Esta frase que se reproduce a menudo en los partidos y en los entrenamientos de jóvenes futbolistas se podría cambiar por “papá o mamá, se están metiendo conmigo”, ya que todas reflejan lo mismo: el niño se siente mal por un comentario desafortunado que le llega desde el público o incluso de sus propios compañeros en referencia a una jugada que no ha salido bien, y se lo comenta con tristeza a alguien de confianza, la mayoría de las veces al entrenador. A estas edades, que coinciden con los niveles de Benjamín, Alevín e Infantil, cuando la personalidad se está formando y se tiene la sensibilidad a flor de piel, conviene cuidar los comentarios que se hacen en voz alta. Un simple “Qué malo…”, o “Estás dormido…” puede tocar su moral. Los propios compañeros son crueles, porque los niños a estas edades no filtran lo que dicen y se les puede escapar una expresión de este tipo. Para corregir esta actitud está el entrenador, ¿pero quién corrige a los padres?, para que guarden sus comentarios y gasten sus energías en animar a su equipo, aunque siempre hay alguien con cordura que dice “que son niños, hombre…”.