La noche estuvo marcada por un telegrama urgente que informaba sobre la gravedad de un soldado de Dos Hermanas en Africa
Hacía mucho tiempo que no se recordaba una noche tan mágica como la de anoche, día 5. A las seis y media de la tarde, una gran muchedumbre se estacionó en la calle Fedriani, de donde partió la Cabalgata de los Reyes Magos, organizada por el alcalde y el gobernador civil. La dirección artística corrió a cargo de la señorita Maria Paz Trillo y de la confección del magnífico vestuario han sido responsables las señoritas de Torralva. Sin duda, ha sido un bello preámbulo de lo que en años sucesivos debería constituir la Cabalgata de Reyes de Dos Hermanas.
Abría la marcha la banda de música local y, tras ella, la Estrella de Oriente, encarnada por la señorita Celia León Gómez, que vestía ruca túnica recamada de oro, levantando murmullos de admiración.
Seguíale un bello castillito con un muñeco saltarín, borriquillos con angarillas llenas de juguetes y el trono del rey Melchor, encarnado por el hijo del gobernador civil, Vicente Ortí, junto a sus pajes. Tras ellos apareció la carreta del Molino de Viento, seguida del trono del rey Gaspar, representado por el joven José Muñiz. A continuación, carretas con pastoras y hebreas y, como última carreta, la del rey Baltasar (Alfredo Delgado). Cerraban el desfile más borriquillos con juguetes.
Por las calles de Dos Hermanas el entusiasmo fue creciendo al paso de la cabalgata, culminando en la plaza Primo de Rivera, donde se detuvo la comitiva para ofrecer sus dones al niño Jesús del belén viviente instalado en la puerta de la parroquia. El desfile se reanudó hacia la Residencia Santa Teresa, para ofrecer regalos a los niños acogidos en esta casa. Esperaban a los reyes el gobernador civil y su señora, el alcalde, el señor marqués de Esquivel y otras personalidades.
Una niña pidió una casa
Los monarcas hicieron a los niños acogidos preciosos regalos consistentes en juguetes y golosinas. La anécdota la puso una niña que, no contenta con su juguete, dijo al gobernador que había rezado a la Virgen para que también le trajeran una casita para su madre. Enternecido, el señor Ortí dio allí mismo las órdenes para que fuera adscrita a la madre de esa niña una de las casas de la barriada Santa Teresa.
El regreso se realizó con la misma animación, despidiendo a la cabalgata un enorme gentío.
También en el Tomillar
El Sanatorio El Tomillar también vivió ayer una jornada singular. Visitaron a los enfermos el señor cardenal (que les felicitó a través de los altavoces instalados en el hospital) y otras personalidades, como la marquesa del Contadero. Por la tarde, desfiló brillantemente una cabalgata en la que vistieron de soberanos los doctores Roque Ruiz, José García y Francisco Miranda, que repartieron caramelos, calcetines, medias, camisetas, pañuelos y pastillas de jabón.