La bailarina que quiere ser cisne

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Layla RachidiA Layla Rachidi le aguarda un prometedor futuro en el mundo de la danza

Con tan sólo 10 años, Layla ya sabe lo que se siente al bailar ante un teatro lleno de público. El pasado mes de diciembre participó en la representación de El lago de los Cisnes montado por el Stuttgart Ballet en el sevillano Teatro de la Maestranza.

Para Layla ha sido una experiencia única y, a pesar de ser la primera vez que participaba en una producción de tal magnitud, no sintió nervios, “sólo en el ensayo general”, reconoce, y es que tiene muy claro que quiere ser bailarina y éste es el camino que quiere seguir. Durante todas las funciones no paraba de hacerse fotos con las principales figuras de la obra. Layla quedó especilamente encandilada por el personaje de Odette la protagonista, papel que le gustaría interpretar en un futuro.

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Layla resultó elegida junto con sus compañeras de danza clásica del conservatorio de Sevilla para participar en el montaje de El lago de los cisnes porque el Stuttgart Ballet, como suelen hacer las compañías que vienen de fuera, no viajan con los niños que trabajan en ella habitualmente. De esta forma, Layla y sus compañeras, elegidas en grupos según su altura, han tenido la oportunidad de demostrar su capacidad y valía en el difícil mundo del ballet.

Quiere ser famosa
Layla es una niña habladora y muy alegre, pero se muestra algo tímida al hablar con los medios de comunicación. Todavía le queda un largo camino por delante para llegar a ser una bailarina reconocida, pero sus compañeros y profesores del colegio Europa ya la tienen por famosa.

Lo que sí tiene claro y desde que era muy pequeñita es que quiere ser bailarina. Con 3 años comenzó a bailar y en la actualidad compagina el baile flamenco y la danza clásica con los estudios en el colegio. El ballet es una disciplina que requiere mucho trabajo y esfuerzo, pero para Layla no supone una mayor dificultad: “todo es difícil, pero como lo ensayas, lo puedes acabar haciendo”. Nueve horas semanales de ensayo repartidas en clases de entre una o dos horas y media no le dejan mucho tiempo para jugar con sus amigos, pero por encima de todo, quiere ser bailarina profesional y reconocida. Ese tesón lo aplica también en los estudios, porque es capaz de compaginar la danza y las clases sacando buena nota.

Por delante le aguarda un largo camino de esfuerzo y trabajo. Quizás en un futuro no muy lejano la veamos reconvertida en Odette.

El apoyo de la familia
El apoyo de su madre, Alejandra, y de toda la familia para que Layla consiga ver hecho realidad su sueño es fundamental. Por problemas de horario laboral, su madre la matriculó en clases extraescolares de flamenco y en la academia de Conchi Jiménez, donde descubrió las aptitudes y la ilusión de Layla. Por este motivo decidió que se presentara a las pruebas del conservatorio donde actualmente recibe clases.

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