Autor de ‘Negros’
"Con este libro he abierto los ojos a la realidad, que es el pilar básico de cualquier escritor”
Sin papeles, inmigrante, ilegal, cayuco, subsahariano son palabras que se han instalado en nuestra realidad y que esconden mucho más de lo que aparentan. Tras esa realidad ha ido José María García Domínguez, enfermero militar y poeta sevillano afincado en Dos Hermanas que nos sorprende con su último trabajo, ‘Negros’, que presentará en enero José Chamizo, defensor del pueblo andaluz.
José María García Domínguez (Sevilla, 1973) compagina su vocación con su obligación y por eso nos encontramos en el parque, donde ha ido a pasear con sus hijos. Sentados en una terraza donde todavía calienta un tímido sol de otoño, los huesos se nos van helando al mismo tiempo que me cuenta el cómo y el por qué de este libro que nace con más matices de gris que ningún otro y que, sin embargo, se llama Negros (Jirones de azul, colección Actualidad). =
¿Cómo se le ocurre titular un libro con una expresión tan políticamente incorrecta?
Para mí las palabras “políticamente” y “correcto” se contradicen, por lo tanto no las tengo en cuenta. Prefiero hablar de lo que he vivido a pie de calle, de las entrevistas que he hecho, que dan la realidad al libro. Lo otro son prejuicios, un sesgo de nuestros miedos.
Ha mencionado la entrevista. ¿Ha marcado mucho el libro esta forma de obtener la información?
Por supuesto. He tomado medio centenar de entrevistas a los negros que venden pañuelitos de papel en los semáforos de Sevilla y ha sido determinante. El libro ha terminado en una mezcla de ensayo con tintes de prosa poética donde se intenta desentrañar qué razones los han traído aquí, cómo vinieron, cómo están, cómo han cambiado ellos y cómo hemos cambiado nosotros desde que estamos en contacto.
¿Y las ha averiguado?
Al menos he podido asomarme a un trozo de su realidad, pero hay tantas historias como personas.
De eso no queda duda, ya que el libro, que se divide en varios capítulos, está cuajado de las vivencias personales de distintas personas que relatan su particular viaje. ‘La palabra’ es el primer capítulo, seguido por ‘Pistoletazo de salida’, donde se reflexiona acerca del SIDA, la guerra y los diamantes. ‘De camino’ está surcado por otras tres palabras significativas: el mar, el cayuco y las mafias. El último tramo, ‘Parada y fonda’, cuenta con más términos: papeles, pañuelito, semáforo, islam, gueto, familia y un caso singular antes de la escala de ‘Grises’, el de Jackson, el último viajero. ¿Ha sido esta, quizás, la persona que más ha llamado su atención en este rosario de entrevistas asfálticas, tomando un término muy usado en el libro?
Sin duda. Si tengo que elegir entre todos con los que he hablado, me quedo con Jackson. Es una persona con un pasado terriblemente triste y, sin embargo, con un brillo constante y una irradiación de positivismo y energía.
“Jackson es un curioso vendedor de pañuelitos que trabaja en la zona de Plaza de Armas, junto a la antigua estación de ferrocarril sevillana, frente a la estación de atutobuses”. Así lo define el autor en el libro, ilustrando su descripción con una fotografía. ¿Qué peso tiene la imagen en el libro?
Al porvenir del género de la entrevista, la fotografía ha sido fundamental. Son obra del fotógrafo nazareno Raúl Díaz, con quien recorrí Sevilla en moto buscando a todos aquellos que aparecen en el libro.
¿Y por qué esa foto en la portada?
Porque resume y condensa gran parte de la información que viene en el libro, ese leve contacto de transacción entre el negro que vende los pañuelitos y nosotros, que vamos en nuestro coche y nos paramos en un semáforo.
En el libro habla de ese momento varias veces y comenta sus consecuencias. ¿Qué consecuencias ha tenido personalmente el acercarse a esta realidad?
Ha supuesto un cambio en el significado de las palabras humanidad, camino y ausencia y, sobre todo, ha cambiado la forma en que voy a explicar el significado de esas palabras a mis hijos.
Las palabras esconden siempre más de lo que parece y, acostumbrado como está a trabajar con ellas en la poesía, ¿cómo ha sido el paso a la prosa, aunque sea poética?
Al principio el libro estaba planteado como una sucesión de tercetos encadenados, pero la temática hizo necesaria la libertad de la prosa. La forma en que está obtenida la información ha condicionado el género literario pero, para no desarraigarme de la poesía, utilizo la prosa poética.
Yendo más allá, ha dado un paso de los Sonidos Secretos, donde los sonetos eran más bien socarrones, a un tema como el de Negros.
Efectivamente he dado un paso más, he abierto los ojos, que es el pilar básico de cualquier escritor. Las obras de carácter introspectivo están muy bien pero uno de los objetivos del escritor debe ser la realidad que le rodea. Así, se cierra el círculo del arte al tamizar la realidad a través de la poesía, en este caso, y se devuelve a los lectores en forma de obra literaria. Los negros, que nos parecen mobiliario urbano por la repetición de su imagen cada día, se presentan al lector como algo conocido y desconocido a la vez.
Y, con las últimas luces de la tarde, ya anocheciendo, el poeta se aleja sabiendo que, si bien las palabras tal vez no cambian el mundo, pueden cambiar conciencias.