El pasado día 26 se cambió la hora, lo que ha hecho que necesitemos más luz artificial para alumbrarnos.
Todo esto en el ámbito doméstico lo tenemos controlado, pues simplemente son unas horas más con las bombillas encendidas; pero en el terreno público, en ese que es de todos, pero que a la vez no es de nadie, el panorama no es tan halagüeño.
la tarde, ahora son las seis, y la oscura noche se apodera de las calles, avenidas y demás zonas públicas por las que transitamos a diario, mientras que nuestras actividades siguen siendo prácticamente las mismas: los mayores con sus paseos, pero sólo por los lugares más iluminados, para no tropezar, las jóvenes van con más o menos miedo a sus actividades, según lo oscura que esté la "senda", y los gamberretes de turno encuentran amparo en el negro de la noche para cometer más impunemente sus fechorías.
Aunque esta situación se repite todos los años, todo esto ya se podría haber solucionado, puesto que el pasado mes de enero, esas zonas públicas que no están iluminadas adecuadamente y que pueden provocar situaciones de inseguridad ciudadana, o caídas accidentales, fueron puestas en conocimiento del Excmo. Ayuntamiento.
Concretamente, se le indicó que en el Parque de Olivar no había encendida ninguna de las más de 100 farolas que tiene. Que en el Parque de las Cuatro Estaciones de 40 farolas sólo lucían 10. Y que en el Parque de los Pinos, el más concurrido del barrio, de 123 farolas alumbraban sólo 36.
Casi 10 meses después todo sigue igual, o peor, puesto que en el Parque de las Cuatro Estaciones ya no luce ninguna farola.