Es la 1:30 de la madrugada del 3 de julio. Acabo de entrar a mi casa tras haber asistido a una improvisada reunión de vecinos en mi calle (Picolimón, en la Zona Sur) debido a nuevos actos de vandalismo contra vehículos. Unos 15 vecinos hemos llamado a la Policía Municipal, Policía Nacional y al 112, y las respuestas han sido: “Ahora los compañeros se dan una vuelta por allí”, no apareciendo, o “No tenemos patrullas suficientes”. Se les aclaró que varios vecinos corrían detrás de los individuos y podía formarse un buen revuelo, pero tras una hora y media de espera, hemos desistido. Quiero denunciar públicamente algo que administrativa o judicialmente es ineficaz en esta ciudad.
Hace escasamente dos semanas acuchillaron las ruedas de más de diez vehículos, y la semana anterior abrieron con palancas otros cuantos. Pero “no tenemos patrullas suficientes”; eso sí, para hacer controles en la esquina del Palacio de Deportes y multarnos que no falten.
Dos Hermanas, una ciudad para vivir, ¿y no hay suficientes policías para cubrir una zona? ¿Ni una sola patrulla? Lo siento, señores, pero no me lo creo. Y me apoyo en pruebas como el pasar por la comisaría y ver los aparcamientos reservados para coches patrulla sin hueco alguno.
Seguimos siendo el culo de Dos Hermanas por mucho que intenten adornarlo. Y recuerden que una vez, hace unos veinte años, ya nos pusimos en pie. Actúen y eviten que volvamos a hacerlo, porque la paciencia se agota.