El Rey Alfonso XI, con toda su hueste, dispuso un día entero de avituallamiento de su ejército en el lugar de la Torre de los Herberos. Allí cargaron agua y llenaron las talegas de víveres necesarios para el viaje. En estas ruinas romanas hizo parada Su Majestad tras salir de la ciudad de Sevilla y antes de dirigirse a librar batalla a Gibraltar. Esta estratégica ciudad se encuentra cercada por el infante Abomelique, hijo del Rey de Marruecos, y hacia ella marcha ya Alfonso XI para repeler el ataque de los infieles.