Un buen comienzo, un final nefasto

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La película: Odette, una comedia sobre la felicidadODETTE, UNA COMEDIA SOBRE LA FELICIDAD

El cine francés tiene la peculiaridad de que, con la misma facilidad con la que hace una película que entra en los anales de la historia del cine sin el más mínimo problema, hace otra que puede calificarse despectivamente aduciendo únicamente a su nacionalidad, es decir, diciendo “es una película muy francesa”.
 

Francia-Bélgica, 2007. Duración: 100’.
Escrita y dirigida por: Eric-Emmanuel Schmitt.
Producción: Gaspard de Chavagnac.
Fotografía: Carlo Varini.
Música: Nicola Piovani.
Montaje: Philippe Bourgueil.
Intérpretes: Catherine Frot (Odette Toulemonde), Albert Dupontel (Balthazar Balsan), Jacques Weber (Olaf Pims), Fabrice Murgia (Rudy), Nina Drecq (Sue Helen), Camille Japy (Nadine), Alain Doutey (Editor), Julien Frison (François), Laurence d’Amelio (Isabelle), Aïssatou Diop (Florence), Philippe Gouders (Sr. Dargent), Nicolas Buysse (Polo), Bruno Metzger (Jesús), Jacqueline Bir (Mujer del autobús).
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Odette no entra fácilmente en ninguna de las dos categorías. Es una comedia que sólo hace reír a veces, con tintes dramáticos (que en ocasiones están cerca de convertirse en tragedia) y no menos toques del surrealismo que inundaba Amélie.

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De hecho se anuncia como la nueva Amélie, no porque el personaje protagonista, la historia, ni nada tengan que ver lo más mínimo (al menos en principio), sino porque (dicen, yo no pienso lo mismo) desde que se estrenara la cinta protagonizada por Audrey Tautou, no se salía del cine con tan buenas sensaciones. Lo cual demuestra, una vez más y por si aún hiciera falta, la relatividad de las opiniones.

Odette Toulemonde no tiene ningún motivo para ser feliz, pero lo es. Balthazar Balsan no tiene motivos para ser infeliz, y sin embargo lo es. Ella es viuda, tiene un trabajo aburrido, un hijo peluquero y una hija en plena pubertad, y está convencida de que el escritor Balthazar Balsan, al que admira, le ha salvado de suicidarse veinte veces. Él está casado con una bella mujer, tiene éxito y vende muchísimo, pero recibe malas críticas. La vida de ambos se unirán cuando ella le escriba una carta de agradecimiento y él, hundido, recurra a ella como última salvación.

La película comienza con muy buen ritmo, con mucho humor, con las dosis justas de surrealismo y se mantiene así los primeros cuarenta y cinco minutos aproximadamente. Pero después inicia su descenso y acaba con una última media hora que se hace interminable, eterna, aburridísima y que resulta muy poco creíble.

La protagonista, Catherine Frot, que otras veces nos ha regalado grandes interpretaciones, en esta ocasión sólo cumple. Y del resto del reparto (quizás exceptuando a Albert Dupontel) casi ni se nota su presencia. Lo peor de la cinta es que, después de habernos presentado a un buen personaje, de hacernos creer que es una buena persona, se cambia (casi sin que nos demos cuenta) de mensaje, y parece terminar diciéndonos que ella es feliz porque es tonta, y lanzándonos un mensaje tremendamente machista (la normalidad del adulterio masculino y la conformidad al respecto de la esposa), tan desfasado a estas alturas.

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