Ya parece asegurado
que la imagen de Santa Ana,
abandona Dos Hermanas
para curarse en Sevilla
de sus heridas-astillas
que el tiempo, sobre madera,
propiciara con su huella
clavando sus manecillas.
Sin embargo, se me ocurre,
que además de tantos años
lo que le hiciese más daño
a la imagen centenaria,
fuesen las falsas promesas
que olvidamos, por espesas,
diluidas en plegarias.
Sigo con malas promesas
-no hablando ya, de Santa Ana-,
que se revuelven, traviesas,
cada vez que te embelesas
con un precio en las rebajas.
Y ya como colofón
de promesas sin pujanza,
propongo las ordenanzas
que ha lanzado el Consistorio
sobre problemas notorios
como son ruido, o higiene.
Temo que el año que viene
o mucho cambia la cosa,
o por mucha norma hermosa
que se pongan por cencerro,
los votos podrán al ruido,
al botellón convertido,
y a las cacas de los perros.



























