Devoción y lírica se mezclaron en un sentido pregón que el púlico aplaudió en pie
Aún no había pronunciado ninguna palabra y el público que abarrotaba el Teatro Municipal ya había empezado a aplaudir al pregonero de la Semana Santa de Dos Hermanas, Francisco de Paula Muriel Rivas, que anunció la llegada de la Semana Mayor el pasado Domingo de Pasión, día 2. Un día que parecía predestinado para él por muchas razones y por coincidir con su onomástica.
Empresario nazareno de 28 años, cofrade y hermano de la Borriquita, Francisco Muriel fue presentado por su tío, Casimiro Rivas, quien también ha sido pregonero y que realizó un sentido retrato de la estrecha relación que lo une con su sobrino.
El público enmudeció cuando Francisco Muriel se dirigió al atril y se llevó la mano al corazón en un gesto de cariño que todos los presentes agradecieron y que provocó que las gradas del teatro permanecieran en silencio durante una hora, en la que el pregonero dio el aldabonazo definitivo que anunciaba el comienzo de la fiesta de la primavera por excelencia.
Reencuentro con la niñez
Francisco Muriel habló con apasionamiento de las tradiciones de su pueblo, de aceituneras, de romerías, de olivos y azahar, para continuar haciéndole un constante homenaje a la Semana Mayor nazarena y a sus gentes. Con un pregón, original y fresco, Francisco Muriel supo darle un toque de juventud alejado del encorsetamiento habitual, en un discurso que supuso un reencuentro con su niñez, aquella en la que paseaba de la mano de su tío Casimiro para llegar a descubrir luego que la auténtica Semana Santa “es aquella en la que se encuentran las miradas de la Madre y el Hijo”.
A lo largo de su pregón, fue haciendo homenajes a todas las Hermandades que realizan estación de penitencia en Dos Hermanas, pero también hizo referencia a la Asunción, Valme y Santa Ana. El recuerdo fue también para los que ya no están, para los que vendrán y para los artistas de la Semana Santa, bordadores, tallistas, escultores, costureras, artesanos y saeteros.
Tradiciones y renovación
En el pregón de Francisco Muriel se vio reflejada a la perfección la idiosincrasia nazarena en sus tradiciones más hondas y sencillas, además de la fuerza de la juventud que viene empujando. Uno de los aspectos más llamativos fue la habilidad del pregonero para mostrar la religiosidad cercana y del día a día a través de hechos cotidianos, vistos por unos ojos de niño detrás del antifaz durante el recorrido del Domingo de Ramos.
Cargado de simbología, metáforas y parábolas, el pregón de Francisco Muriel fue una verdadera exaltación de la Semana Santa, un llamamiento a todos los nazarenos para que salgan a la calle durante los días que la ciudad celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Francisco Muriel Rivas supo transmitir como nadie el sentimiento de impaciencia de las vísperas de la Semana Santa y con grandes, pero justas, dosis de retórica, lírica y literatura, el pregonero consiguió también dotar su alocución de una expresividad poco corriente en estos actos, con la que logró emocionar y llegar a los corazones de todos los presentes, que no dudaron en ponerse de pie para aplaudir a este joven cofrade que puso todo su empuje y su ilusión en anunciar que la Semana Santa ya está aquí.