Bioéticos

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Hace dos semanas se celebró en Madrid el XXVI Congreso de Teólogos y Teólogas organizado por la Sociedad Juan XXIII que fundara, entre otros, el recordado Casiano Floristán, a quien se le hizo un homenaje en éste mismo encuentro. La reunión trató en esta ocasión sobre “Bioética y Cristianismo”, un tema ambicioso para poco más de un fin de semana.Asistieron unos mil congresistas que se reunieron en la sede madrileña de Comisiones Obreras. Se echó de menos la presencia de representantes de la jerarquía católica.

Federico Mayor Zaragoza, Presidente de la Fundación Cultura de Paz en Nueva York, se refirió a la maravilla del ser humano en el que hay una cierta desmesura si se contempla la capacidad creativa de la especie. Plus misterioso que nos distingue de los demás seres animados. Insistió en que saber es escuchar antes de hablar. Pero que es el tiempo también de hablar y en voz alta.

Fernando Bandrés, de la Universidad Europea, expresó la urgencia de que la ciencia no se entregue a la causa de intereses particulares, sino que sea solidaria con los problemas de las gentes. La medicina, por ejemplo, ha creado nuevos pacientes y, desde la óptica del diálogo y el respeto a los enfermos, se abren caminos alternativos, diversos para sanar.

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Fernando Marín, Presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente, habló de terminar nuestra vida en casa, y no en la frialdad de los hospitales y los tanatorios. Marciano Vidal, del Instituto Superior de Ciencias Morales de Madrid, en relación al tema del sereno morir, entre otras cosas, dijo que eutanasia significa buena muerte y, en sus justos términos, no tiene nada que ver con el suicidio. Que es deseable luchar contra la obstinación tecnológica por la vida y aceptar la sedación como solución más normalizada en su caso. Que llegado el momento de la muerte nos dejen en las manos de Dios.

Begoña Inurria, misionera en África, ilustró sobre el sentido de la vida y de la ética en el continente de color: allí la vida es física y espiritual. La muerte es parte de la vida. El camino de África, dijo, es la unidad contra el sistema tenebroso de la economía neoliberal. Sufren los africanos la competencia de los subsidios agrícolas entregados a los agricultores ricos europeos. Hay que potenciar los bancos éticos para poder llevar microcréditos a las empresas familiares africanas.

Marcelo Barrés, benedictino perdido entre los más pobres de Brasil y amigo de Casaldaliga, expuso como la bioética consiste en vivir y convivir desde la solidaridad. Dijo tomar como regla de conducta que lo que uno haga sea bueno hasta la séptima generación posterior a nosotros. En el mundo de la fe o del agnosticismo, la higiene, la comida, la medicina, la cultura son puntos centrales.

Juan Masiá, que fue director de la Cátedra de Bioética de la Universidad de Comillas, clausuró el congreso con el deseo de que se imponga la interdisciplinariedad compartida, el respeto y la colaboración entre las ciencias, las políticas, los pensamientos y las creencias.

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