Las previsiones no indicaban una alta probabilidad de lluvia
La lluvia se presentó por sorpresa el Sábado Santo a las pocas horas de que Santo Entierro comenzara su estación de penitencia. Las previsiones apuntaban hacia una mínima posibilidad de lluvia de un 15 ó 20 por ciento, pero nada hacía presagiar que una probabilidad tan baja acabara por tornarse en un chaparrón.
El cortejo procesional tuvo que refugiarse en la capilla de San Sebastián, donde quedó el paso del Cristo Yacente, ofreciendo una imagen histórica en la que los titulares de las dos cofradías quedaron frente a frente. Nuestra Señora de la Soledad, más atrás en la procesión, quedó a resguardo del agua en la capilla de Gran Poder.
Ofrendas florales
El comportamiento de toda la cofradía fue ejemplar, dado que en todo momento se mantuvieron fieles al grupo y no abandonaron la estación de penitencia a pesar de la incertidumbre. Asimismo, Gran Poder y Vera Cruz demostraron estar a la altura de las circunstancias acogiendo en sus capillas a la cofradía mientras pasaba la lluvia.
Dentro de las capillas se celebraron las tradicionales ofrendas de flores a la Virgen y al Cristo, así como los pertinentes rezos.
Alrededor de las 22:10 horas, una vez que el cielo aclaró, la cruz de guía salió de la capilla de San Sebastián para dirigir el regreso de la cofradía íntegra a la parroquia de Santa María Magdalena, volviendo sobre sus pasos y emprendiendo el camino de vuelta por la calle Real Utrera, donde recogió a Nuestra Señora de la Soledad camino de regreso a la parroquia.
De esta forma Santo Entierro puso fin a las estaciones de penitencia de la Semana Santa nazarana con la solemnidad y el rigor silencioso que la caracteriza.