Ya se nos acerca el doce
–querido mes de diciembre–
adelantando a noviembre
entre fiestas, polvorones,
promesas y cotillones,
atracones, lotería,
compras, gastos, ardentías,
renos, gordos extranjeros,
malos haciendo de buenos,
padres haciendo de padres,
madres, platos y compadres
borrachos como una cuba,
fiestas que saben a poco,
niños vueltos medio locos
y el colofón de las uvas.
Ya se nos acerca, y viene
como queriendo decir
que un año está por venir
y apenas si has conseguido
lo que habías prometido
sobre el alcohol, el tabaco,
los estudios o el atraco
que siempre a tu economía
le pegas en tonterías,
en tapitas y en caprichos,
quedándose todo en dichos
y en promesas sin valía…
Pues sí, se acerca diciembre
sacando a todos de quicio;
demostrando que este vicio
del comprar y del comer,
lo debemos mantener,
es bueno para el sistema,
para aguantar con la quema
del día a día incisivo,
y como no, demostrando,
que quien sigue celebrando
celebra que sigue vivo…