BEAUTIFUL BOY, SIEMPRE SERÁS MI HIJO
El belga Felix van Groeningen alcanzó el punto álgido de su carrera a principios de esta década, con su película The broken circle breakdown (también conocida como Alabama Monroe), con la que recibió numerosos premios y reconocimientos en diversos festivales (Sevilla entre ellos) e incluso llegó a estar nominado al Oscar.
Desde entonces solo dos películas más, Bélgica, una pequeña producción que casi pasó desapercibida, aunque ganó el premio a mejor director en Sundance, y esta Beautiful boy, su salto al cine de Hollywood, en la que trata la adicción a las drogas y los intentos de salir de ese oscuro mundo.
Basado en el libro del periodista y escritor David Sheff y en el de su hijo Nic, ambos biográficos y que recogen los mismos hechos desde sus diferentes y respectivos puntos de vista, conocemos cómo un aún adolescente Nic cae en el consumo de metanfetamina, y vemos todo el duro proceso de desintoxicación, con subidas y bajadas, idas y venidas, recaídas varias, y cómo vivieron esos años.
Estados Unidos, 2018 (120′)
Título original: Beautiful boy.
Dirección: Felix van Groeningen.
Producción: Dede Gardner, Jeremy Kleiner, Brad Pitt.
Guión: Luke Davies, Felix van Groeningen, basado en los libros de David Sheff y Nic Sheff.
Fotografía: Ruben Impens.
Música: Fernando Velázquez.
Montaje: Nico Leunen.
Intérpretes: Steve Carell (David Sheff), Maura Tierney (Karen Barbour), Jack Dylan Grazer (Nic Sheff, 12 años), Oakley Bull (Daisy Sheff), Christian Convery (Jasper Sheff), Timothée Chalamet (Nic Sheff), Amy Aquino (Annie Goldblum), Carlton Wilborn (Vince), Stefanie Scott (Julia).
La película se apoya en la interpretación de los dos protagonistas masculinos, solventes aunque no brillantes, dejando a un lado a los dos personajes femeninos (madre y madrastra de Nic) que quedan totalmente infrautilizados. Las subidas y bajadas en el proceso terminan siendo una noria en la que una y otra vez volvemos al mismo punto. Pero esto no resulta en un filme emotivo, emocionante, sino más bien aburrido y plano.
Lo que podría haber sido una profunda y dura historia, aunque también podría haberse decantado por un melodrama lacrimógeno, no es al final ni una cosa ni la otra. Porque la película descarrila continuamente, y no engancha en ningún momento con sus continuas idas y venidas entre el pasado feliz y la tortura psicológica actual. El uso reiterativo (y muchas veces sin lógica) de flashbacks que muestran la infancia de Nic repleta de felicidad junto a su padre, resulta confuso en muchas ocasiones, haciendo que todo aparezca innecesariamente enrevesado.
Más críticas en: https://happyphantomblog.wordpress.com/.