Crónicas de la frontera

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La somalí Ayaan Hirsi Ali militaba hasta hace unos días en el partido liberal holandés. Es la autora del libro “Yo acuso”. Mantiene una posición muy crítica frente al islam. Para ella, los países islámicos no reciben ningún beneficio cuando Occidente defiende el pluralismo religioso. Hirsi entiende que la fe en el Coram traspasa los límites de lo religioso y estructura la ética y las costumbres de la sociedad. Hirsi cree que los occidentales con la práctica del pluralismo se lavan las manos  ante determinadas actitudes sociales del islam. En estos días pasados la somalí fue noticia porque cuando su integración en Holanda había mentido falseando su verdadero apellido y también su edad. Por eso se le ha querido retirar la nacionalidad holandesa y también el puesto que ocupa en el parlamento de ese país. 

Alpaslan Aslan, abogado, entró en el Consejo de Estado de Ankara, hirió con una pistola a cuatro magistrados y mató a otro. “Lo hizo al grito de Alá es el más grande”. La causa de esa actitud fue la defensa del uso del pañuelo islámico. Un golpe de castigo a los jueces turcos por su posición contraria al uso del velo. La fe del mundo musulmán es fuerte y a veces agresiva. No hace más de dos meses se quiso condenar a muerte en Afgnistán a Abdul Rahman por haberse convertido al cristianismo.  Pero los derechos humanos aceptados por muchos pueblos, también islámicos, representados en la ONU, no permiten castigo alguno a los creyentes por adherirse a cualquiera religión. Abdul fue absuelto.

Los contactos culturales y sociales con los pueblos musulmanes son frecuentes. En marzo pasado se reunió en Sevilla el II Congreso Mundial de Imanes y Rabinos por la Paz organizado por el grupo suizo “Hommes et parole”. Colaboró también en esta reunión la Fundación “Tres Culturas del Mediterráneo”. El Congreso concluyó que la religión no puede ser usada para justificar la violencia. En este mes de mayo, también en Sevilla, se han reunido Mubara, Buteflika y otros dignatarios de los países árabes, así como el presidente Zapatero. El encuentro giró en torno a la figura de Ibn Jaldun político y humanista, diplomático nazarí ante la corte de Pedro I.  

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Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, destacó la importancia de las obras sociales de la Iglesia Católica y reclamó un incremento en la partida del ejercicio fiscal para los contribuyentes que quieran así sostener los gastos de la Iglesia. Esta tarea de la Iglesia sigue siendo un servicio a la sociedad y una cesión de responsabilidades que el Estado hace con dudosa legalidad, pues es al propio Estado  a quien más que a nadie corresponde la vigilancia del bienestar de los ciudadanos. Lo cual no ha de estorbar a la generosidad de los católicos o de otras confesiones. Contamina además a una sociedad, la Iglesia, que estaría muy bien con independencia total del Estado olvidando todo constantinismo.

Ante la avalancha de neopaganismo y sus valores, la Iglesia quiere proclamar un nuevo plan de evangelización. En este plan se observa que se atiende muy en especial a las celebraciones y que los católicos, demasiadas veces, se quedan en eso, celebrar, y que se echa de menos la calidad de las realidades que han de ser celebradas.  

Los Grupos de Derecho a Morir Dignamente piden al Gobierno que cambie las leyes de la eutanasia hacia una mayor flexibilidad. Se preguntan qué será de los enfermos e impedidos en un futuro que de fijo va a multiplicar las formas de vida artificial. Como en otras ocasiones se corre el riesgo de que las palabras, las leyes, escleroticen los hechos concretos con perjuicio del sentido común y que nos olvidemos del espíritu de las leyes.

El Código Da Vinci, novela y película, pasarán sin pena ni gloria,  se trata de un apócrifo lleno de incertidumbres humanistas y de una película al hilo de la publicación. Algo está claro en Jesús: todo su ser respiraba por su Padre. Su reino abarca toda la realidad, pero es interior, más aún, no es de este mundo. Dan Brown, autor de la novela, dice que bueno será aunque sea desde una perspectiva de ficción, hablar de Jesús, porque el tema religioso interesa. Y añadimos, aunque sea en una perspectiva americana.  

Leonardo Boff con ocasión de su graduación fue acompañado y apadrinado el año 70 por el ahora papa Benedicto XVI quien años más tarde, desde la Congregación de la Doctrina de la Fe, le impuso la disciplina del silencio. Boff ha publicado últimamente “Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres” y dice que “nuestra singularidad es la de ser cuidadores de la Tierra, los jardineros en el Edén terrenal y no el Satán de la Tierra”

Miret Magdalena ha publicado en Espasa Calpe “¿Dónde está Dios? La religión en el siglo XXI”. Recuerda al judío Spinoza que creía que Dios lo inunda todo y entre muchos signos y evidencias se le ve, o no, según quién y cómo mira, en la creación. Miret, siempre conciliador, es un punto de progreso en la teología sin crispación.

Juan Masiá, jesuita, especialista en biogenética se marchó de la cátedra de Bioética de la Facultad de Teología de Comillas en Madrid porque veía que lo iban a marchar y así, buen detalle, no perturbó a sus amigos autoridades de la Universidad. Su batalla va por el tema de la sexualidad y el principio de la vida. En su reciente libro “Tertulias de Bioética” recoge un resumen de su pensamiento.

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