Decidida a encajar su nueva historia
parece que fue ayer, cuando al partir,
comenzó en su bitácora a escribir
cargada de ilusión la Nao Victoria.
De todos los recuerdos y tesoros
que, sin duda, custodia su bodega,
Dos Hermanas espera fiel la entrega
de vuelta a la ciudad de un tripulante:
un bravo nazareno con talante
de ser descubridor, en estos días,
en que apenas se blanden valentías
curtidas por las olas y el sextante.
Si es tabaco el regalo que ha traído
nuestro insigne marino nazareno,
podrá con sus cigarros dar estreno
a cuanto La Moneda ha construido.
Allí le explicarán como y por donde
para hacer que convivan fumadores,
con todo aquel que evita los olores
y el cáncer que el tabaco SIEMPRE esconde.