Soñar es gratis

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(Mateo 24,37-44) El adviento es tiempo de soñar bien despiertos. Aunque parezca lo contrario soñar, imaginar con la creatividad del corazón, cómo tendría que ser nuestra vida y nuestro pueblo, aun siendo gratis tiene una alta rentabilidad personal y humana.

En estos domingos de Adviento nos acompañan en la eucaristía las profecías de Isaías. En un tiempo lleno de intrigas y enfrentamientos, él imagina un mundo nuevo; un mundo donde las espadas se convertirán en arados y las lanzas en podaderas; un mundo donde los ejércitos dejarán de tener sentido porque todos oirán la voz de Dios y la querrán poner en práctica. Ese mundo nuevo tendrá un nombre nuevo: Monte de Paz.

¿Qué sería del mundo sin poetas ni poesías? ¿Cuánta oscuridad no nos embargaría si no hubiera profetas que aventuran un mundo nuevo, distinto, verdaderamente humano, que siga el proyecto de Dios? La poesía, la utopía, la profecía son tan necesarias como el pan de cada día, como el aire que respiramos. Por eso nos hacen falta comunidades cristianas proféticas, que se atrevan a decir y anticipar lo que late callado en el corazón de las persona.

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Necesitamos imaginar un mundo donde los niños crecen en el colegio y en la plaza sin temor; un mundo donde los jóvenes anhelan un amor pleno que dé sentido a sus vidas; un mundo donde las familias viven serenamente en el esfuerzo de su mutua entrega; donde hay un trabajo decente para cada persona; donde los ancianos cuentan historias que son acogidas como pozos de sabiduría. 

La imaginación es un arma potente de construcción masiva, y que cuenta con munición inagotable del Espíritu Santo. Pero nada se hará sin ti, atrévete a soñar (despierto).

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