Algarve centro

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Grandes acantilados en el Algarve desconocido

FICHA TÉCNICA DEL VIAJE
Dónde dormir: Son muchos los alojamientos, y de todo tipo. Los apartamento Terraco en Porches es un lugar ideal, barato y está muy bien para iniciar la ruta desde aquí.
Qué comprar: la cerámica en este lugar es muy popular, hay verdaderas maravillas.
Lugares cercanos de gran belleza: Sierra de Monchique y el pueblo de Albufeira.
Más información: ATA Associação Turismo do Algarve Avenida 5 de Outubro, 188000-076 Faro Tel. +351 289 800 403. Fax +351 289 800 466. atalgarve@atalgarve.pt. http://www.visitalgarve.pt

 

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Playas a recorrer desde ArmaÇao do Pera a Carvoeiro: Cova redonda, Sra da Rocha, Pandodeira, Marinha, Benagil, Carvalho, Algar Seco, Carvoeiro. Mucha atención con los grandes agujeros (algares) que nos encontramos por toda la costa, y que algunos están sin vallar.
Gharb (oeste), la tierra por donde se pone el sol. Así la llamaron los árabes a esta región, la  más meridional de Portugal. Desde Vilarreal de San Antonio hasta Cabo San Vicente, esta costa portuguesa, conocida mundialmente por sus hermosas playas, sol durante casi todo el año, grandes hoteles, casinos, campos de golf y todo un amplio repertorio de actividades para, en muchos casos atraer a un turismo de elite. Pero, hay otras zonas, mas salvajes, naturales, vírgenes y desde mi punto de vista, la más interesante.
Desde ArmaÇao do Pera, cercana a la localidad de Albufeira, hasta Carvoeiro, son unos 40 kilómetros de bellísimas playas, con grandes acantilados, donde las imágenes más destacadas son los grandes desprendimientos sobre la costa, y que al caer al mar, forman unos islotes, con grandes rocas diseminadas y salpicadas por toda la costa.
El lugar del que partiremos para iniciar la ruta es Porches, un pequeño complejo de apartamentos y hoteles a solo dos kilómetros de ArmaÇao. La empinada carretera que nos lleva hasta este lugar, nos avisa de las impresionantes vistas que iremos disfrutando durante todo el recorrido.
Los hoteles en forma de balconada se asoman hacia los acantilados, abajo, calas encerradas, donde la única forma de llegar es, bajando decenas de escalones, que tallados en la roca nos hacen de camino para encontrar la costa. Es el caso de Cova redonda, espacio idílico para el disfrute del caminante, viajero y sobre todo para los enamorados, hoteles que crecieron a lo ancho, donde todas sus habitaciones se encuentran de forma salpicada en un inmenso jardín, pérgolas de flores, laberinto de belleza, y al final del camino, el mar, azul, con grandes olas en la lejanía y cientos de gaviotas revoloteando sobre nuestras cabezas.
Siguiendo por un pequeño camino, paralelo al mar llegamos a Señora da Rocha, una pequeña ermita en el mismo borde del acantilado, con su blancura, parece saludar al mar, junto a ella la playa del mismo nombre nos aguarda con sus aguas transparentes y casi siempre un poco revuelta.
A partir de aquí, dirección a Carvoeiro (aún está lejos), es importantísimo tener mucha precaución sobre dos aspectos:
– Nunca asomarse demasiado al borde de los acantilados. La piedra es porosa, y en cualquier momento se puede desprender.
– Mucho ojo al andar. Existen grandes agujeros (algares ), muy profundos, en donde el agua del mar ha ido penetrando y con el tiempo se ha ido erosionando. A veces parte de la piedra cae al mar, y otras como es el caso de los algares, cae solo parte del interior, formando unos grandes agujeros (los que se ven bien), y otros más pequeños (se ven cuando los tienes cerca ).
Si esta ruta se hace con niños, no se pueden dejar sueltos.
El recorrido es impresionante, los acantilados se suceden y la vista sobre la costa es espectacular, playas hermosas donde su acceso es imposible, salvo para las gaviotas que con su distinguido vuelo planean sobre la costa.
Entre grandes mimosas, llegamos a la playa de Marinha, el camino que nos lleva hacia ella, va por encima del acantilado, en la bajada, un chiringuito nos espera, después de una fuerte bajada de escalones, una copita de un refrigerio, es de agradecer. En una terraza sentados, la vista de las calas, unas pequeñas y otras mas largas, y el mar de frente crean un entorno agradable.
Después de pasear por la playa de Carvalho, donde unas pocas casas tipo chalet, asomadas desde lo alto de los acantilados, parecen dibujadas con su color blanco intenso, y detrás el azul del cielo se mezcla, con el color verdoso del mar.
En este punto, tendremos que coger el coche y dirigirnos por carretera a Carvoeiro. Después de una prolongada cuesta de varios kilómetros, serpenteando una pequeña colina hasta encontrar la costa, llegamos a este hermoso enclave.
Carvoeiro es un viejo pueblo pesquero con un puerto pintoresco. Como un pequeño embudo, los barcos, y redes se encuentran dispersos por el mismo, y una cuesta nos lleva hacia el mar, donde de forma exagerada se abre la playa, encontrándonos a ambos lados grandes acantilados, y en uno de ellos el pueblo corona el lugar.

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