Antonio Jesús Echeverría enganchó al público con un pregón muy cofrade y nazareno
Ya lo anunció el presentador del pregonero, José Pareja Olmedo, quien afirmó que estaba dando paso a un texto con visos de “ser sublime” y clavado “en un profundo espíritu cofrade”, referiéndose a Antonio Jesús Echevarría Campos como un pregonero que iba a llevar el pregón “con arte y maestría, con las chicotás justas, para que al paso de la pasión no se le mueva ni un varal y sin que roce ningún clavel”.Y así lo ratificó el público, con un fuerte y continuado aplauso que cerró el pregón de la Semana Santa 2010 en el teatro municipal el pasado domingo.
Si hubiese que buscar unos calificativos que definan el pregón pronunciado por Echevarría Campos estos son cofrade y nazareno, bien estructurado, con mucho trasfondo y cargado de fe. Tras el rezo de preces y los agradecimientos al consejo de hermandades, la tertulia el Candelabro de Cola, a sus amigos, familias y a las hermandades nazarenas, Antonio Jesús realizó un profundo repaso a la Semana Santa del recuerdo, en blanco y negro, que llevó al pregonero a dar sus ideas sobre el día a día de las hermandades en la Semana Santa del presente.
Un inicio de pregón con mucha esencia cofrade y religiosa en el que tuvo mensajes para todos. Dio la bienvenida, por una parte, a todas las asociaciones parroquiales que están floreciendo en el mundo cofrade, y condenó, por otra, a las llamadas procesiones civiles que no surgen al amparo de la Iglesia. De ellas dijo que “estaban tirando piedras sobre nuestro propio tejado, ninguneando a Cristo y María”. Esto “es más serio”, afirmó, apostando por “no convertir las hermandades en lo que no son, siendo fieles con las reglas, para lo que fueron creadas”.
{xtypo_quote_right}“Los cofrades deben ser ejemplo en una época en la que nos quitan los crucifijos”{/xtypo_quote_right}
Referencias bíblicas
Con la biblia como referencia, el pregonero realizó un repaso de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, acompañando al público en un paseo, cargado de fe, por la Jerusalén en la que se convierte Dos Hermanas durante la Semana Santa. Habló de la entrada en Jerusalén, de la Sagrada Cena, del Getsemaní nazareno, del Cristo cautivo, abandonado y presentado al pueblo, del gran poder de Dios, del Cirineo de pasión, de la verdadera Cruz, del sagrado descendimiento, del Cristo muerto y sepultado, para concluir con la resurrección. Brilló con luz propia el bello texto dedicado al Cristo del Gran Poder, su mensaje a los hermanos de la Cena, a los que invitó, siguiendo la palabra de Dios, a que “os améis los unos a los otros, como yo os he amado”, así como su petición a los cofrades nazarenos para que “sean ejemplo y no pierdan el rumbo cuando se nos quitan los crucifijos”.
Singular fue la despedida del pregón o ruegos, como lo definió el pregonero, quien explicó con un tono más ameno el por qué no había mencionado en su texto, bien estando mencionándolas, a las devociones de Santa Ana, Valme y Rocío. Antonio Jesús se disculpó por “su falta de elegancia”, aclarando que “en mi corazón las llevo, aunque no queden reflejadas en mi pregón”.