Dos-Hermanas guadalupana

Otra huella mexicana en nuestra ciudad.

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En más de un artículo hemos expuesto y dado a conocer la intensa huella que la Nueva España dejó en nuestra ciudad desde el siglo XVI hasta principios del XIX. Huella que es muy visible en ciertos casos, siendo la más evidente el propio Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que procesiona por las calles de Dos-Hermanas cada Jueves Santo y es titular de la hermandad de penitencia más antigua de esta ciudad.
Pero aprovechando que estamos en diciembre, mes en que se celebra la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México y “Emperatriz de las Américas”, vamos a centrarnos en otra de esas manifestaciones de la huella novohispana en Dos-Hermanas, concretamente en varios cuadros de aquella importante advocación mariana conservados aquí.

Como es bien sabido, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 tuvieron lugar, según cuenta la tradición, las cuatro apariciones de la Virgen al indígena Juan Diego (1474-1548) (llamado antes de su bautizo Cuauhtlatoatzin y canonizado en 2002) en el cerro del Tepeyac y el milagro de la estampación de la imagen de la Virgen en la tilma de Juan Diego ante Juan de Zumárraga, obispo de México, y que hoy se venera en la nueva Basílica situada al pie del citado cerro. La devoción a la Virgen de Guadalupe fue creciendo y arraigando en el virreinato de la Nueva España, principalmente entre la población indígena. Para mediados del XVII esa fuerte devoción está presente ya en la península a través de Sevilla, que en esas fechas era “Puerto y puerta de las Indias”. En Dos-Hermanas, las primeras referencias a la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe se remontan precisamente a los años centrales de ese siglo XVII. Y aunque hay noticias sobre la devoción a Guadalupe en 1556, para esa fecha es más que probable que se refieran a la imagen mariana homónima de Extremadura, de donde es patrona.

A finales del XVII y principios del siguiente siglo, fue costumbre traer en los navíos de la flota de la Nueva España en el viaje de vuelta a Sevilla cuadros de la Virgen de Guadalupe para así poner las embarcaciones bajo su protección, y tener así garantizado un buen trayecto. Llegada la flota a Sevilla, esos cuadros eran entregados a iglesias o conventos de la capital hispalense y su tierra, en acción de gracias por haber llegado sanos y salvos al puerto hispalense. Igualmente, podían ser vendidos a particulares.

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En Dos-Hermanas hemos localizado y documentado cuatro cuadros de la Virgen de Guadalupe mexicana. El primero de ellos no se conserva y aparece mencionado en el testamento de Isabel Rodríguez, fechado el 17 de octubre de 1753. En él, declara que es dueña de dos cuadros: uno de Nuestra Señora de la Soledad sin moldura, y otro de Nuestra Señora de Guadalupe con moldura y sin dorar. A pesar de sus tres matrimonios, no tuvo descendencia, por lo que el cuadro pasó a manos de alguno de sus sobrinos, perdiéndose la pista de esta obra pictórica.

El segundo cuadro se conserva en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, concretamente en su sacristía, junto a la puerta del despacho del párroco. Se trata de un óleo sobre lienzo de 1,65 ms. de alto y 90 cms. de ancho. Fechado entre 1700 y 1730, el historiador de Arte Francisco Montes González apunta que es de autor anónimo y que procede de la Nueva España. Bien pudo ser uno de aquellos cuadros que venían en las flotas para protegerlas. Responde a la iconografía tradicional de Nuestra Señora de Guadalupe de México, que no es más que una adaptación de la Inmaculada Concepción: mirada baja, manos entrelazadas, media luna a sus pies, con un ángel-atlante recogiendo el cabo de la túnica y manto de la Virgen. Lleva corona abierta, aureola de ráfagas y resplandores, túnica rosa y manto azul de estrellas. Este cuadro es mencionado por primera vez en el inventario de 1885, y posee un interesante marco de madera dorada de la misma época que el lienzo.

Por su parte, el tercer cuadro histórico de Nuestra Señora de Guadalupe conservado en Dos-Hermanas pertenece a una colección particular y es mucho más interesante que la anterior. De grandes dimensiones (es ligeramente más grande que el cuadro de la parroquia), muestra a la Virgen de Guadalupe de México rodeada por cuatro pequeñas cartelas que representan las cuatro apariciones de la Virgen a Juan Diego. Las cartelas se encuentran en las cuatro esquinas del lienzo, presentando un mal estado de conservación las dos inferiores. Podría fecharse en la transición del XVII al XVIII.

Por último, en la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva de nuestra ciudad se conserva junto al altar mayor un cuadro que reproduce la imagen guadalupana, junto a otro que representa a San Juan Diego, colocados en ese lugar hace unos años por un grupo de fieles devotos nazarenos. Estos cuadros cierran otra huella novohispana en Dos-Hermanas.

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