(Marcos 6, 7-13) “UN BASTÓN y nada más”, esta es lo que le recomienda llevar Jesús a sus discípulos cuando los manda de dos en dos a extender la buena noticia de que Dios es Padre y quiere que todos vivamos como hermanos. “Un bastón y nada más”, ni dinero en la faja, ni una túnica de repuesto. Sólo lo que facilite la misión; no les hace falta nada más. Tenían que tener claro lo que para ellos era importante, lo que iba a definir su vida, y, así, de manera práctica, les enseña a renunciar a todo lo que pesa y estorba.
Muchas veces, en nosotros, pesan y estorban muchas cosas que no son siquiera malas, pero que nos desvían y nos entretienen del sentido fundamental que hemos descubierto en nuestra vida, de la llamada y de la vida que Jesucristo tiene para nosotros.
¿Estarías dispuesto a renunciar a tu ropa de moda, a tus CDs, a tus viajes y hasta a tu casa por el amor que llena tu vida? ¿Qué es lo que te hace feliz de verdad? ¿Por quién estarías dispuesto a renunciar a todo? No es romanticismo trasnochado. No es idealismo que ya no está de moda. Es la ley fundamental de la vida personal. Sólo cuando una persona ha descubierto cuál es el sentido verdadero de su vida, la llamada que Dios le hace, y está dispuesta a renunciar a lo que estorbe por vivir plenamente, entonces es cuando puede ser feliz.
Vivimos muchas veces divididos y escindidos. ¿Qué es lo que da sentido a tu vida? ¿Merece la pena que le entregues todo lo que eres y tienes? ¿Cómo lo vas mostrando día a día?
Sorprendentemente, todo comenzará a tener una nueva luz. Todo tendrá un norte, un centro, un fin, un principio. Podrás vivir agradecido y podrás sentir que no mereces tanta vida como Dios te ha regalado.