El paro no es cristiano

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En el evangelio del próximo domingo escucharemos una parábola en la que Jesús compara a Dios Padre con un empresario bueno que ofrece trabajo a todo el que lo necesita. Este empresario sale al amanecer a ofrecer trabajo al que se encuentra, y después a media mañana y a mediodía y también al atardecer. A todos ofrece trabajo; no quiere a nadie ocioso y no quiere que nadie pase necesidad. Por eso cuando llega la hora de pagar el salario a todos le paga el sueldo de un día, lo necesario para que él y su familia tengan lo suficiente para vivir.

En tiempos de un paro tan grande, esta parábola es todo un acicate. Dios quiere que seamos creativos y generosos para que todos tengan trabajo, y un trabajo digno.

Empresarios, trabajadores, políticos, sindicalistas, intelectuales, y todos los agentes sociales hemos de procurar que la crisis que amenaza la estabilidad de muchas familias haga el menor daño posible. Unos esforzándose por emplear, por crear puestos de trabajo. Crear un puesto de trabajo digno es una obra de caridad cristiana bien entendida. Los trabajadores siendo honrados con su trabajo, colaborando con el mantenimiento de su empresa.  Los empleados públicos haciendo rentable socialmente su puesto de trabajo, defraudar en el empleo público es una forma de empobrecernos a todos. Los intelectuales buscando nuevas técnicas que permitan la consolidación y el crecimiento del empleo. Los políticos buscando caminos de auténtico desarrollo económico de la sociedad civil, y protegiendo a las familias que han caído en el pozo del desempleo. Todos hemos de colaborar en esta tarea.
Nunca negar un problema ha sido camino de solución.

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