CUANDO LOS los judíos hablaban del Reino de Dios, casi todos entendían que estaba por llegar el Mesías, un guerrero valiente y justo, más incluso que el rey David; y que los iba a salvar de los romanos y los explotadores, y los iba a hacer vivir en la paz y en la prosperidad… Algunos cristianos piensan que el Reino de los Cielos se dará después de esta vida; y en él seremos juzgados, unos para condenarse por sus pecados y otros para salvarse por sus méritos y virtudes…
Pero Jesucristo nos dice bien claro en el Evangelio que el Reino de los Cielos es como la levadura que una mujer pone en una cuartilla de harina, y que poco a poco va fermentando toda la masa (Lc 13,21). Y también nos dice que el Reino no llegará de manera espectacular (Lc 17,20). Lo que muestra que Jesús es el rey de todos los reyes, y el señor de todos los señores es su perdón en la cruz, y su entrega por amor a nosotros y para redimir a la humanidad entera. El Reino del amor vendrá con amor; el Reino de la paz vendrá con paz; el Reino de la justicia vendrá cuando todos los que escuchamos su voz acojamos la voluntad del Padre.
Venga tu Reino, en lo cotidiano y en lo pequeño; en el seno de nuestras familias y en el pueblo que mira por los más frágiles. Venga a nosotros tu Reino. No queremos ser nosotros los señores, sino siervos tuyos, Señor. Llegará el día en el que toda lágrima sea enjugada y toda injusticia resarcida. En el poder de tu amor confiamos.