Aquel cubo deforme y asqueroso
de perros y de gatos comedero
–objeto inseparable al callejero–
hoy viene recalado a mi memoria
pensando en el progreso y en la historia
que arroja este cimiento de cultura,
basado en el residuo, en el desecho,
la forma de sacarle su provecho
y el hecho de tirar nuestra basura.
Hay que ver lo que cambian estas cosas:
la nocturna y antigua tradición
de echar nuestra basura en el bidón,
que apenas en un gesto se acababa
si colabas las bolsas en el cesto,
ahora se convierte en un expurgue
que obliga a inspeccionar, a que se hurgue,
y así clasificar a cada resto.
Todo sea por bien de nuestro mundo,
¡qué bien ver solidarios por docenas!
¡qué chuli ver salvadas las ballenas
tirando la basura en su color..!
Ahora que la peste alrededor
es al fin por el pueblo comprendida,
sólo queda acabar con la mordida
del hambre, la miseria y el terror…