Con cierto olorcillo a cloro,
a toallas, chapuzones,
los bikinis, los montones
de chiquillos dando guerra,
barbacoas y meriendas,
de entre el césped se avecina
la de pringue embadurnada,
color cangrejo o tostada
temporada de piscinas.
Pienso en mis viejos veranos:
rescato aquella inocencia
tiñendo mi adolescencia,
mis sueños y mis trasiegos;
los amores veraniegos
o aquel tonteo despacito,
con sabor a beso claro,
a carabina, descaro,
pipa, helado y chiringuito.
Y es que es parte de lo nuestro:
apenas surge el verano
se desata el mano a mano
entre el calor y la fiesta,
que aglutina en la propuesta
al rodríguez, al ligón,
socorristas con silbato,
bañistas nadando a pato
y el rato de digestión…