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(Jn 1, 1-18) ¡CUÁNTA GUERRA, cuando todos deseamos vivir en paz! En todos los rincones de la Tierra hay conflictos armados que siegan vidas inocentes.

Unas veces son víctimas, directamente, de las armas de fuego, otras del hambre o de las migraciones forzadas y en condiciones inhumanas. Si la paz es fruto de la justicia, como dice Isaías, vivimos en un mundo profundamente injusto.

Igual es que no todos deseamos vivir en paz, y algunos ponen su beneficio económico y sus ansias de poder por encima del bien y de la vida del pueblo. Pero unos pocos no pueden si los muchos no ceden, y la responsabilidad de que el clima de división y enfrentamiento se vaya adueñando de un país es de todos sus ciudadanos. Cuando dividimos a las personas entre corderos y lobos, se llamen como se llamen unos y otros, ya está justificado iniciar la caza del lobo y usar la violencia contra quien se ha caracterizado como la encarnación del mal.

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Si queremos la paz hemos de dejar que brote en nuestro corazón y defenderla de tanta tentación de violencia y de enfrentamiento como nos asalta. Que este año nuevo sea de paz para todos.

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