Jesús Lobo, nazareno de 32 años y bailarín de vocación, ha hecho de su pasión una carrera vibrante, llena de experiencias únicas y escenarios de todo el mundo. Desde pequeño soñaba con pisar los escenarios de la televisión y trabajar junto a grandes artistas, y esa ambición lo ha llevado a vivir en ciudades como Londres, Shanghái y Barcelona, siempre persiguiendo sus metas. Fue en Madrid donde alcanzó muchos de esos sueños, logrando el impulso que necesitaba en su carrera.
A lo largo de su trayectoria, Lobo ha acumulado experiencias sorprendentes, desde bailar para artistas como Emilia y ser coreógrafo de la película Promoción Fantasma hasta participar en los programas Drag Race y Mask Singer. También ha tenido la oportunidad de hacer una gira en Lituania con Natalija Bunkė y ha sido imagen de la marca de cosméticos Maybelline.
Apasionado no solo por la danza, sino también por el mundo de la moda, Lobo sigue buscando nuevas oportunidades. Con la misma ilusión que lo ha acompañado siempre, se mantiene enfocado en crecer en el ámbito audiovisual y en las redes sociales, decidido a sumar experiencias y seguir evolucionando.
“Tuve claro que llegaría a mis metas, pero me costó aprender cómo alcanzarlas”
¿Imaginaba ese niño que, en su barrio de Cantely, formó un grupo de baile con sus amigos, que iba a lograr los éxitos que ha alcanzado hasta la fecha?
Siempre supe que llegaría a mis metas; de una forma u otra, lo tenía muy claro. Lo que sí me costó aprender fue cómo alcanzar esos objetivos, pero, a base de constancia y trabajo, llegas a donde sueñas.
¿Qué recuerdos guardas de sus primeros pasos en el mundo de la danza en su ciudad de Dos Hermanas?
Mis mejores recuerdos son las Miniolimpiadas de Dos Hermanas y el famoso concurso Muévete, que organizaba Andrés Cañas junto con el ayuntamiento. Esos fueron mis primeros pasos en los escenarios, donde sentí que quería dedicarme al 100% a la danza. Sobre todo, me dio los mejores amigos, a quienes, a día de hoy, aún conservo. Recuerdo que, entre barriadas, teníamos competencia por ser los mejores en los concursos, pero, al final del día, terminábamos yendo todos juntos al cine o a cenar.
Curiosamente, ninguno de ellos se dedica hoy en día a la industria de la danza, solo yo. Y siempre me dicen cosas muy gratificantes sobre mis ganas, desde pequeño, de ser bailarín profesional y lo orgullosos que están de mí por no haber tirado nunca la toalla.
¿Ha sido fácil el camino hasta la actualidad? ¿Has recibido muchos “no” o trabas? ¿Ha pensado en abandonar en algún momento y dedicarse a otra cosa?
Cuando te propones una meta, sabes que hay un largo camino por recorrer, y los caminos largos llegan a cansar. Te saboteas, piensas en tirar la toalla en algún momento, te preguntas si hiciste bien en apostar al 100% por lo que siempre has soñado… Nadie dijo que fuera fácil. Ha sido muy difícil irme de casa con 18 años y vivir en China, Londres, Barcelona, Madrid… Hubo un momento en mi carrera, hace tres años, en el que decidí tirar la toalla. Lo recuerdo como el peor y el mejor momento a la vez. Me fui a trabajar a Amazon, algo que no tenía nada que ver con la danza. Y ahí tuve mucho tiempo para preguntarme a mí mismo si realmente estaba haciendo lo correcto. Creer en ti o no creer. No dudé, y a los siete meses aposté por mí de nuevo. Ahora mismo, estoy en mi mejor momento.
¿Qué papel ha jugado su familia en que haya podido afrontar una carrera tan complicada como la de un bailarín profesional?
Recuerdo cuando llegué un día con la noticia de que me iba de casa a probar suerte fuera del país sin saber hacerme ni una simple tortilla. Y no a cualquier parte, sino a China, al otro lado del mundo. Mi madre se rió porque no pensaba que fuera a tener la valentía… o quizá no quería creérselo. Siempre me han apoyado desde el primer momento, pero con muchos miedos. ¿Cómo no van a temer por un hijo que viaja a tantísimos kilómetros de casa? Por suerte, tengo unos padres ejemplares. Mi padre ha sido prácticamente como un mánager; me llevaba a todos los castings que salían en la tele y me ha apoyado desde que tengo conciencia, valorando siempre lo que hago. Mi madre, por otro lado, sufre por tenerme siempre lejos, pero siempre he querido demostrarle que soy feliz haciendo lo que hago. Y ella es feliz si yo lo soy. Son mi pilar fundamental.
Cuando se habla de Lobo, se emplean términos como vocación y pasión. Pero, además de estos factores, ¿cuál es la clave para convertir todo eso en una carrera vibrante como la que estás teniendo?
Siempre digo que no solo soy bailarín. Soy mi propio mánager, mi propio community manager… En resumen, soy una empresa. Es muy importante saber presentarte con un buen material para que te conozcan, y para tener ese material, tienes que apostar e invertir mucho en ti mismo.
Has participado en programas de televisión, cine, y has acompañado a artistas por escenarios de todo el mundo. Pero, ¿cuál ha sido la experiencia más fascinante que has vivido hasta ahora en tu carrera?
Cada experiencia tiene un trocito de mi corazón; no podría quedarme solo con una. Puedo contar dos anécdotas que me marcaron mucho. Una fue cuando llegué a Madrid hace tres años y pisé por primera vez un plató de televisión como parte del elenco. Siempre soñé con ser el bailarín que acompaña a los artistas del momento. Cuando me vi ahí, solo tenía lágrimas de emoción en los ojos. Algo similar me pasó cuando pisé el Wizink Center para bailar con Emilia Mernes en los Premios de Los 40. Tener a Rosalía, Alejandro Sanz, Pablo Alborán… a pocos metros de mí, con más de 15,000 personas en el estadio, fue increíble. No pude evitar llorar como un niño pequeño al bajar del escenario.
¿Dónde disfrutas más: bailando en un programa de televisión como Mask Singer o Drag Race España, coreografiando una película o de gira con un artista?
Disfruto mucho coreografiando. Me apasiona que un director o un artista me proponga retos y trabajar para estar a la altura de lo que necesitan. Me motiva cuando me piden cosas inimaginables.
Este año tenemos a una representante nazarena en Eurovisión, Melody. Pero también estuvo en el Benidorm Fest como director artístico y coreógrafo de Daniela Blasco. ¿Cómo vivió esa experiencia pre-eurovisiva?
Fue un sueño. Era mi segundo año en el Benidorm Fest; el primero fui como bailarín de Sharonne, y se vive de otra manera. Con Daniela, el proceso fue diferente. Al final, se exponía mi visión ante toda la audiencia y el público fanático de Eurovisión. Me sometía a muchos juicios y tuve que prepararme para recibir críticas. Finalmente, todo salió redondo. Quedamos por debajo de Melody, pero estoy súper contento con los resultados.
Además de la danza, ¿cómo es su relación con el mundo de la moda?
La moda me apasiona. Siempre tengo que ir a contracorriente de lo social o me aburro. Uno de mis sueños es formar parte de este sector en algún momento.
¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
Ahora estoy lanzando mi propio proyecto como empresa de dirección artística y management. Estoy deseando poder contar más detalles, pero aún se está cocinando.
Cuando no estás trabajando, ¿le gusta venir a Dos Hermanas? ¿Qué le gusta hacer cuando está en su ciudad?
Me encanta volver a mi tierra. Es algo de lo que nunca reniego. Soy nazareno hasta la muerte y defiendo Dos Hermanas allá donde voy. Allí crecí, allí empecé y allí está lo que más quiero: mi familia.