La noche del Lunes Santo se iba a complicar por un frente que iba a dejar lluvias. Con esta premisa, la Hermandad de la Santa Cruz puso su cofradía en la calle el pasado lunes por la tarde, a su hora habitual, pero decidiendo acortar su recorrido de ida y adelantar su paso por Carrera Oficial a las 20:00 horas, cuando estaba previsto a las 21:20 horas. La idea preconcebida era refugiarse en la Capilla del Gran Poder mientras pasaba la borrasca y regresar a su capilla. Y así fue.
Con un paso acelerado y en tiempo récord, casi en una hora, la cofradía llegaba a la Pasarela Cristo de la Presentación, ya que había buscado a su salida directamente la Avenida 28 de Febrero desde Gustavo Bacarisas, Virgilio Mattoni, y García Ramos.
Avanzando, pero gustándose ante el público con los sones de la Banda de Presentación al Pueblo, el paso de misterio, exornado con rosas malvas, calas moradas, orquídeas verdes y moradas, hortensias verdes, rosas y otras variedades, cruzaba el puente en busca del centro de la ciudad. El Cristo se presentaba a su ciudad el Lunes Santo con corona de espinas y potencia, luciendo la túnica bordada en oro sobre terciopelo rojo de Martin Santoja (2002).








Tras sus pasos, más cerca que nunca, ya que los nazarenos avanzaban en filas de tres, llegaba María Santísima del Amor y Sacrificio. Lo hacía bajo su paso de palio con un adorno floral exuberante de orquídeas blancas, rosas champán, rosas spray amarillas, claveles vainilla, iris blancos y amarillos y calas amarillas entre otras.
La dolorosa estrenaba tocado antiguo de tisú de plata, donado por un grupo de devotos y portaba la saya bordada en oro sobre tisú de plata de Manuel Solano. Cedida por la Hermandad de San Bernardo de Sevilla, toca de sobremanto bordada en oro de la Virgen del Refugio. Sobre sus sienes, la corona de metal bañado en plata de primera ley, donada por sus devotos, y, en su pecho, el corazón en metal plateado,rubíes y letras, donación de la familia Cid Ramírez. Entre las condecoraciones que lucía en su saya, la Moneda de la Casa Real, concedida por el Rey Felipe VI. Tras su manto azul, sones de Cantillana, con la Banda de Música de la Soledad.
La hermandad de la feligresía de La Oliva dio ejemplo de que, cuando las circunstancias lo requieren, la cofradía puede avanzar a un ritmo ágil, procesionando, en algunos momentos del recorrido con los nazarenos en filas de tres, incluso de cuatro.
Como se cumplieron los pronósticos, la cofradía se refugió en la Capilla de Gran Poder, tras completar la Carrera Oficial. La junta de gobierno, tras reunirse, decidía volver a su templo sobre las 23:30 horas, tras pasar el frente de lluvia, manteniendo el recorrido inicial y recogiéndose en su capilla pasada las dos de la madrugada del Martes Santo.









