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Hay artistas que son puro sentimiento y que cuando se suben al escenario lo hacen a corazón abierto. Así se mostró Pastora Soler en Dos Hermanas para presentar su gira Que hablen de mí. Con el auditorio municipal hasta la bandera, pasada las diez de la noche, la artista de Coria del Río hacía su aparición en el escenario con un cortito traje naranja de flecos y con una clara intención: «cantar con el alma». Algo que cumplió con creces durante las más de dos horas de un concierto al que no le faltó ni in perejil: artistas invitados, grandes clásicos de su carrera y hasta un encuentro muy cara a cara con su público.

Pastora llegaba dispuesta a contar toda su verdad y, en alusión al tema que da nombre a esta gira, Que hablen de mí, «algo que gusta mucho en los pueblos», la artista reivindicó «el derecho que tenemos las personas a contar lo que nos pasa, ya que mi historia soy yo«. Aprovechando esta canción, además, para mostrar su apoyo al colectivo LGTBI, ya que «parece que tienen que estar siempre dando explicaciones de lo que hacen».

En esta primera parte del espectáculo, la artista comenzó con sus éxitos más actuales, aprovechando este concierto para cantar por primera vez en directo Lo que siempre me callé, el último single de un disco que verá la luz el próximo mes de noviembre. Además de rescatar algunos de sus hitos musicales, como Herida o En mi soledad, con los que, además, Pastora Soler empezó a mostrar su faceta más bailana.

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Tras un primer descanso, Pastora apareció en escena con un nuevo traje negro escotado y con mangas blancas, con el que afrontó la parte más acústica del recital. Antonio Romero, con el que cantó el tema Sevilla, de Rocío Jurado, o la cantautora Rocío Ojuelos, que la acompañó en la canción Y que pequeña soy yo, la acompañaron en el escenario, mientras ella contó y cantó al público la historia de su trayectoria musical.

Desde ese pequeña Pili, «una niña a la que le hacía feliz cantar» a la mujer que es hoy y que «ha hecho realidad el sueño de esa niña, con lo difícil que es dedicarte a lo que más te gusta». Todo empezó con la copla y Pastora cantó Triniá, antes de recordar un segundo disco de versiones, del que rescató El ramito de violetas de Manzanita. La cantante intentó buscarse su camino musical, con «algunas cartas de libertad» por parte de algunas productoras, que le provocaron algunas rupturas con la música.

En este periplo, la coriana recordó a dos figuras importantes en su trayectoria, como Manuel Ruiz Queco, que le compuse «canciones con soniquete», como Dámelo ya, que junto con Corazón Congelado se convirtieron en sus primeros éxitos. La interpretación de estos temas estuvo amenizada por Carmelo, un niño de la Puebla del Río, que se arrancó a bailar delante del escenario. O Antonio Martínez Ares, que apareció en su vida tras esta «etapa maravillosa», en la que «quería un poco más y lucirme vocalmente» con otro tipo de temas, recibiendo otra carta de libertad o despido por parte de la discográfica. De este compositor gaditano cantó en el auditorio Solo tú.

Pero si hay un tema que suele llegar al alma de su público, el que más emociona, ese es La mala costumbre, que Pastora Soler quiso dedicar a su padre, ya fallecido, «quien hubiese disfrutado mucho con este concierto». Para cantarlo, se bajó del escenario y cara a cara con su gente, entre la que se encontraba su familia y amigos, interpretó aquello de «tenemos la mala costumbre de querer a medias, de no mostrar lo que sentimos a los que están cerca».

Y llegó el momento Eurovisión, todo un hito en su carrera, con uno de los momentos estelares del concierto, cuando la cantante cantó el Quédate conmigo para terminar el espectáculo recordando nuevamente a Rocío Jurado y Que no daría yo. Pero, aunque oficialmente, el concierto había llegado a su fin, su público sabía que Pastora volvería, como así lo hizo, con otro traje, de nuevo negro, más corto y con flecos, con el que la artista se vino arriba cantando otro ramillete de temas clásicos, como Invencible, Guerra Fría o Flor de Romero. Sin zapatos y confesando que «este concierto no podré olvidarlo nunca», fue el público el que le cantó a ella el cumpleaños feliz, que celebró días antes de este concierto, que ya ha pasado a los anales de las mejores citas musicales que se han vivido en el auditorio municipal de Dos Hermanas.

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