Hemos comentado en otras ocasiones que en el actual término municipal existieron otras pequeñas poblaciones que conformaron la denominada mitación de Dos-Hermanas. Hace tiempo hablamos sobre el lugar del Rincón de Hernando Ibáñez y ahora pondremos nuestra atención en el lugar del Copero, situado muy cerca de aquel.
Muy próximo a la orilla izquierda del Guadalquivir y a la actual base militar del Copero, su peculiar denominación es todavía una incógnita, desconociéndose quién fue el copero (oficial de la Corte encargado, entre otras cosas, de servir la copa del monarca) que le dio nombre.
En cualquier caso, las primeras noticias que hemos encontrado no van más allá de principios del siglo XIV, en concreto de 1320. En ese año, Guillermo, arcediano de Niebla de la catedral de Sevilla, dio al cabildo catedralicio unas casas y bodega en la collación de Santa María y un viñedo en el Copero que lindaba con el Guadalquivir. Por aquel entonces existía en esa zona un donadío que hacia 1401 pertenecía a Juan Martínez Amador.
Centro productor de garbanzos
A mediados del siglo XV el sitio del Copero era un destacado centro productor de garbanzos que se exportaban a Génova, donde era uno de los alimentos básicos de su población. Y todavía a finales de esa centuria se seguía plantando. Esto hizo que se fueran asentando en el Copero, poco a poco, numerosos pobladores. También por esos años centrales del siglo XV adquirió el donadío con su fortaleza el todopoderoso duque de Medina Sidonia, quien no dudaría en fijar allí su residencia en tiempos de grave epidemia.
Por cierto, aquella fortaleza (también denominada castillo) ubicada en el interior del donadío guardaba ese punto del Guadalquivir, ignorándose la fecha de su edificación y pasando a ser cortijo en tiempos posteriores. Conocemos los nombres de dos de sus alcaides (nombrados por el duque de Medina Sidonia): Rodrigo de Ayala (en 1516) y Pedro de Ludeña, en la década de 1540.
En el último tercio del XV se conformaría la aldea (con la categoría administrativa de ‘lugar’) del Copero, que tendría su propio concejo, como bien se menciona en un documento de 1477 conservado en el Tumbo de los Reyes Católicos del Archivo Histórico Municipal de Sevilla.
En 1481, Andrés Bernáldez, cronista de los Reyes Católicos, nos relata lo siguiente: «Fue al comienzo desde Navidad en adelante, de muchas aguas y avenidas; de manera que Guadalquivir llevó e echó a perder el Copero, que había en él ochenta vecinos, e otros muchos lugares de la ribera». En esas fechas, el lugar del Copero vivía su etapa de máximo esplendor. Cuatro años más tarde volvió a sufrir las crecidas del río, lo que supuso, a la larga, su ‘golpe de gracia’. Según el mismo Bernáldez: “Destruyó y llevó de esta vez el Guadalquivir muchos lugares sus vecinos, especialmente desde Córdoba a acá, gran parte de Écija, y parte de Cantillana, é todo Brenes, é del Algaba, y Rinconada gran parte, lo que había quedado del Copero del año de 1481, tornolo á bañar, llevó todo el Rincón que la otra vez no había llegado a él”.
Otro sonor pleito
Ocho años más tarde se inicia un sonoro pleito entre la ciudad de Sevilla y Enrique de Guzmán, duque de Medina Sidonia, sobre la jurisdicción del Copero. Pleito que concluiría en 1492 y fue ganado por la ciudad. Es en esa fecha cuando, según Hernández Díaz, los Reyes Católicos ordenaron despoblar el Copero, aunque este lugar seguiría poblado durante buena parte del siglo XVI, aunque no alcanzando los niveles demográficos de 1481. Los pleitos, por su parte, volverían en 1527 con idéntico resultado.
Mención especial merece el embarcadero del Copero, que vivió sus mejores años en el tránsito del siglo XV al XVI. En él se embarcaban numerosos productos agrícolas, en especial granadas. El donadío y fortaleza del Copero fue vendido por el duque de Medina Sidonia en 1517 a los condes (luego marqueses) de Ayamonte, a cuya casa nobiliaria estuvo vinculado el Copero mucho tiempo.
Para mediados del siglo XVI, la aldea del Copero estaba en franca decadencia (en el padrón de 1570 se contabilizan tan solo tres vecinos), desapareciendo muy poco después y quedando únicamente su fortaleza, convertida en cortijo y su donadío.
Hoy en día, casi nada queda del cortijo ni del donadío, destacando en esa zona la base militar del Ejército de Tierra que lleva el nombre de este histórico lugar.