Hola, Jesús, perdóname que me dirija a ti con tanta confianza, pero es que en realidad para mí es tan fácil como hablar con un amigo, al que quiero y quería decirle que estamos en Semana Santa y que en esta realidad que nos ha tocado vivir espero que seamos listos y aprendamos de este trance.
Tenemos que sacar de nuestros adentros lo mejor de todos nosotros, como la humildad, sencillez, comprensión con los demás o, a fin de cuentas, que seamos más humanos, sobre todo con el prójimo, y seamos capaces de cumplir aquel mandamiento que nos distes. Me refiero a amémonos los unos a los otros, como tú nos amas, con todos nuestros defectos y formas de pensar o creencias que tengamos cada uno. Ojalá y seamos capacer de mirar a nuestro prójimo con menos prejuicios y que nuestros corazones estén más dispuestos a amar, sin pedir nada a cambio, que es lo que Tú haces, ya que ese e el verdadero amor.
En el Martes Santo 2020 no podré acompañarte haciendo mi protestación de fe por las calles de nuestra ciudad, junto a ti y tu bendita madre, como el resto de días de esta Semana Santa. Sintiéndonos orgulloso de ser lo que somos, creyentos y cofrades, que realizando la estación de penitencia a tu lado damos testimonio de fe. Aunque tengo mucho que agradecerte, como la familia y los amigos que me has dado o mis creencias, las cuales son una lucha constante en mi vida, por la falta de firmeza de las mismas. Te agradezco mucho más que me hayas metido en este bendito mundo de las cofradías y siempre te pido que me ayudes a llevar el cargo que, actualmente, es mi responsabilidad.
Siendo humilde y ecuánime con las directrices de tu Iglesia, para que con mi forma de actuar pueda orientar y coordinar todas las hermandades de la ciudad. Ayudándoles a a entender el mejor camino para evangelizar. Pero, Padre, esta Semana Santa no te echaré de menos, porque siempre estarás conmigo, en mi pensamiento y en mi corazón, todos los días. Y, aunque no vaya a tu lado y el de tu bendita Madre, sí me quedaré esperándote en la puerta de nuestra Iglesia Mayor para rendirte pleitesía, como mi dueño y señor.
Pero siempre, Padre mío, hágase tu voluntad, en la tierra y en el cielo, pero siempre es tu voluntad, no la nuestra, y, si tú quieres, el próximo año volveremos para disfrutar e ti y de tu Madre, y seguiremos evangelizando por las calles de nuestra ciudad. Sólo te pido por todos aquellos hermanos que están en primera fila de esta pandemia, como son el personal sanitario, de orden público, el Ejército, transportistas, personal de los supermercados y todos aquellos que están con su trabajo procurando que no falte de nada y están cuidando de nosotros.
Por último, te ruego por aquellos que nos han dejado y protéjenos a todos, creyentes y no creyentes, y apiádate de nosotros y que tu bendita Madre interceda por nosotros para que pase cuanto antes esta situación. Gracias, Jesús.