La celebración de la Inmaculada ha estado marcada por estampas para el recuerdo, en el seno de dos hermandades de la ciudad. Por una parte, la de Valme, que en el marco de los actos del 150 aniversario de la llegada definitiva de la Virgen a la ciudad, recuperó la tradición del Besamanto, como en sus primeras romerías.
La Virgen bajó de su altar en la Capilla del Sagrario y en la Parroquia de Santa María Magdalena recibió a los coros, que en las vísperas del día 8 de diciembre cantan cada año en La Plazoleta.
Por otra, la de la Sagrada Cena, que celebraba sus 25 años con un Besamanos conjunto del Cristo de la Cena y la Virgen del Amparo y Esperanza. Ésta presidió los cultos de la Inmaculada en la Parroquia del Amparo.