Más participación es más democracia. Es cierto que hay una importante desafección de los ciudadanos a la política y especialmente hacia los políticos, el cargo público que no vea esto, está ciego de éxito o indiferencia.
La manera que tienen los ciudadanos de mostrar su descontento es diversa: “no creen lo que dicen, piensan que la mayoría son corruptos, que están ahí solo para vivir de ello, que no sirven para otra cosa”, estos son los argumentos más utilizados popularmente. Pero lo peor de todo es el profundo desprecio que grandes capas sociales sienten hacia la clase política en general que ha hecho que le den la espalda a la democracia participativa.
¿Por qué la mayoría de los partidos y sus integrantes obvian esto? ¿Por qué el sistema mira para otro lado? Menos participación es menos democracia, pues no, no parece importarles mucho. Pero hay un matiz de fondo, si al sistema político no le interesa, entonces, es que le interesa al pueblo.
Votar, votar y votar es la herramienta esencial que tenemos los ciudadanos para que los políticos y los partidos deshonestos retomen el sendero correcto que no es otro que trabajar por el bien común de manera honrada o que se vayan a sus casas. Por eso, todas estas organizaciones políticas poderosas y corruptas, quieren que los pobres y las capas populares no voten, ellos tienen sus fieles incondicionales que acuden a las urnas siempre y están convencidos de que lo mejor para sus intereses es que el voto de todos aquello grupos de ciudadanos críticos, no proclive a sus postulados y su acción política no participen el día de las elecciones. Para ellos, el voto más válido de los ciudadanos descontentos por las políticas de recortes, de trabajo precario, de sueldo de miseria que no permiten llegar a final de mes dignamente, de futuro incierto para ellos y sus hijos, indignados con las prácticas desleales contrarias al interés de la mayoría, es el que no se emite…