Sr. Alcalde D. Francisco Toscano, mediante la presente me dirijo a Vd., para comentarle el escrito que le he presentado.
En este escrito hago una breve semblanza histórica de la importancia que, en lo social y económico, ha tenido para Dos Hermanas el colectivo de los trabajadores del yeso.
Y es que todos sabemos que, históricamente nuestro pueblo se ha caracterizado siempre por una laboriosidad y economía de industrias de almacenes de aderezos de aceitunas. Estas, a la vez, descansaban sobre dos realidades, una natural: su agricultura (mayormente su riqueza olivarera); y la otra artesanal: la proliferación de talleres de tonelería. He aquí pues el sustento económico-social de Dos Hermanas que, en el pasado hacía posible la realidad social de todos sus habitantes.
Pero todas estas industrias al comienzo de la década de los 50 y, especialmente, en los 60, comenzaron a entrar en declive. Y en un pueblo donde en casi todas sus calles había más de un almacén de aceituna (algunas calles pasaban de tres), de la noche a la mañana, prácticamente desaparecen. Y paralelamente también decaen las industrias auxiliares, como los talleres de tonelería, los medios de transportes (los tradicionales carros y galeras tan útiles en los acarreos de los bocoyes)… La crisis laboral que aparece en este pueblo no se soluciona con la emigración a Alemania y otros puntos de Europa, y las instalaciones de las fábricas como la fábrica de “Latas” o la de galletas “Cuétara”.
Es entonces, en ese preciso momento cuando surge un sector que transformaría el mundo laboral de Dos Hermanas –los yeseros- especialidad muy desarrollada en Valencia y Cataluña, y gracias a que, algunos de ellos se desplazan a Sevilla, al auge de las construcciones de grandes barriadas como El Tiro Línea, las Casitas Bajas, barrio León, Los Remedios, etc. Ante la falta de mano de obra de este desconocido oficio de yesero, Dos Hermanas se convierte en un hervidero de trabajadores dispuestos a aprender el oficio, un oficio duro en la briega de trabajar a esfuerzos de pulmón y destajo. Pero con un sueldo que triplicaba los comunes de la época.
Así pues se fue formando un gremio cada vez con más fuerza. En este nuevo oficio fueron refugiándose los toneleros, los faeneros, los agricultores, es decir, el yeso fue la bolsa, el refugio de los que, por la crisis de los almacenes cambiaron de profesión. Incluso muchos de los que estaban estables en los pocos almacenes de aceituna que quedaban, y no les importaba trabajar la dureza del yeso, también se cambiaron al nuevo oficio pues la diferencia salarial era bien patente. Podemos decir que barriadas como las Ganchozas, la Fábrica, Pachico, Ibarburu, Cantera de Alonsito… en su mayor parte se hicieron gracias al yeso.
Así que, tenemos que aceptar una nueva realidad social laboral en Dos Hermanas: los yeseros.
Estos no solamente abastecerán en tan solo unos años todos los tajos de construcciones en Sevilla, sino que, partirán a trabajar a todos los lugares del territorio nacional.
Eso supuso para Dos Hermanas durante más de una década una gran entrada de dinero, cientos y cientos de giros telegráficos (forma favorita de hacer llegar el dinero a sus familias). Creo que, puedo decir, sin temor a equivocarme que, los yeseros fueron el soporte económico laboral más importante en la creación de riqueza en Dos Hermanas durante la década de los 60 y 70.
Con la llegada de la crisis de la construcción, a finales de los 80 y principio de los 90, los yeseros deciden organizarse para repartir el trabajo de las obras cada vez más escasas entre todos. Convirtiéndose Dos Hermanas en un referente de organización sindical que salvaguardaran sus derechos sociales y sus puestos de trabajo. Se creó una Comisión de Yeseros que a pie de tajo cuidaban de las altas de los trabajadores.
El sector del yeso de Dos Hermanas fue el artífice, el primero en obtener una regulación (sectorial) de Convenio Propio ante la Autoridad Laboral.
Es por lo que, mediante esta carta, deseo exponerle –en nombre de todos los yeseros de este pueblo (especialmente por los ya fallecidos), la petición de que, el colectivo de Yeseros, sea recogido en la nomenclatura de esta ciudad, al igual que lo tienen los toneleros, las rellenadoras (e incluso hasta las aceitunas). Pienso que esta petición hace justicia al reconocer los trabajos y sacrificios de los trabajadores yeseros, que tanta repercusión social y económica ha tenido en el pueblo, y que, dado sus desplazamientos por causa del trabajo, han dado a conocer el nombre del pueblo de Dos Hermanas prácticamente a toda España: Cataluña, Baleares, Canarias, Burgos, Logroño, Madrid, Málaga, etc. etc..
Es decir, se puede decir que, los yeseros (en mayúsculas) han sido los mejores embajadores que ha tenido Dos Hermanas en el mundo entero.
Tres nombres históricos para la nomenclatura: Yesero Antonio Carrión, Los Yeseros, Comisión del Yeso ¿Pudieran ser tres calles?