La de anoche fue una de esas noches en el auditorio que pasarán a la historia. Con un lleno hasta la bandera, volvía a Dos Hermanas, tras su paso por la caseta municipal hace unas décadas, Niña Pastori y lo hacía para presentar su último trabajo discográfico, Bajo tus alas.
Todo un acierto por parte de la Delegación de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento y que así fue respondido por el público, ya que las entradas se agotaron en menos de dos días. Por ello, el ambiente de este jueves en el auditorio era muy bueno momentos antes del comienzo del concierto. A falta de música sobre el escenario, los grupitos que aguardaban en primera fila a su artista animaban la espera con palmas, cante y baile.
Pero María, como todo el mundo la coreaba, no se hizo esperar y pasada las nueve y media de la noche, se presentaba ante su público vistiendo un pantalón y blusón largo en color verde con una camisa de lunares y estampados florales. El pelo recogido en un moño, «por comodidad, ya que no soy nada presumida», según confesó la propia artista ante los piropos del público.
Niña Pastori quiso agradecer el cariño de sus seguidores durante la gira, ya que, explicó, «ha sido como un sueño, sobre todo porque cuando haces un nuevo disco nunca sabes cómo lo va a recibir la gente». Y en Dos Hermanas la recibieron muy bien, convirtiéndose en coristas improvisados que tarareaban todas y cada una de las canciones que la cantante de San Fernando fue desgranando durante dos horas de concierto.
Además de los temas más significativos de su último disco, Bajo tus alas, Desde la azotea o La habitación, Pastori cantó sus grandes clásicos, como Acaríciame la cara, Luna de San Juan, Puede ser o De boca en boca. La cantante estaba muy a gusto sobre el escenario y se arrancó por bulerías, arropado por su equipo musical que estuvo a la altura de la cita durante toda la noche.
Y es que el espectáculo que se vivió en el auditorio municipal fue un gran espectáculo, tanto musical, capitaneados por el aclamado Chaboli, marido de la artista, como técnico, con un sonido y juego de luces que pusieron la guinda a la velada.
La gente no quería que aquello acabase y Niña Pastori, tampoco. Tras el final del concierto y una gran ovación por los allí presente, nadie se movía de su sitio. No había cantado uno de sus himnos y eso no podía ser. Pero María volvió al escenario, cada vez más emocionada por el cariño recibido, y cantaba a piano Cai, un tema con 18 años de historia pero que nunca puede dejar de cantar.
Fue uno de los momentos mágicos de la noche, recogido en los miles de móviles que durante toda la noche recogieron todas y cada una de las canciones interpretadas por la artista, que terminó confesando que no se quería ir y, como guinda, nada mejor que una fiesta flamenca, con cante y baile, nuevos aplausos, ovaciones y saludos al público en una noche mágica bajo las alas de Niña Pastori.