Cuando se miraba al espejo encontraba arrugas nuevas, ver fotografías del pasado le daba nostalgia. Hacía años que su vida estaba vacía, sin aspiraciones y horizontes, vivir se había convertido en un ejercicio de actos puramente primitivos. Los días eran todos iguales y el tiempo comenzaba a dejar de ser el epicentro de su conducta, solo la pauta básica de cualquier animal, dormir, comer o levantarse.
Consciente de su cutre realidad, construyó una estrategia; jugar con los naipes marcados, inventarse una vida maravillosa, creerse el ombligo del mundo, guapa, interesante, ser la envidia de las amigas. Aunque llamándote Paco, calvo y con barriga prominente suele ser muy difícil…
“Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”. Confucio