1731. La casa-hacienda de los Rivas

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1731. La casa-hacienda de los RivasUno de los mejores exponentes de la arquitectura civil de Dos-Hermanas, la casa hacienda de la familia Rivas (también llamada hacienda de las Mercedes o de Cotán), en plena calle Antonia Díaz, cayó víctima de la piqueta hace poco más de cuarenta años. Con ella desaparecía, además, la única casa blasonada existente en la villa.

Los orígenes de este inmueble no están aún del todo claro. Parece ser que fue adquirido por el rico hidalgo nazareno Francisco Domínguez de Rivas en el último tercio del siglo XVII (posiblemente, hacia 1686). En cualquier caso, la primera referencia documental que poseemos de la finca aparece en la escritura de fundación del mayorazgo de los Rivas, fechada en julio de 1703. En ella se menciona unas casas principales “en esta uilla en la calle de Amaro Martín, con una bodega, lagar y basija de barro y madera. Y un molino de aceite corriente y moliente con su almasén de sol, que linda por una parte con casa horno de pan coser de Pedro Muñoz, y por las espaldas con solar de Diego Martín de las Bacas y por otra parte con casas de la capellanía que fundó don Bartolomé de Lara y con solar de Domingo Balentín Nieto”. Vista la descripción, queda claro que el edificio actuaba como residencia familiar y, además, como hacienda, donde se producía y almacenaba vino y aceite de oliva. Asimismo, en los años siguientes Domínguez de Rivas fue adquiriendo pequeñas casas contiguas y añadiéndolas a la finca originaria, llegando ésta a ocupar una gran extensión, casi toda la manzana de casas.

1731. La casa-hacienda de los Rivas

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El año 1731 marcó un hito en el devenir de estas casas de los Rivas, pues fue cuando Domínguez de Rivas mandó construir el edificio principal que llegó hasta el siglo XX. Poco tiempo lo disfrutaría el patriarca de los Rivas, pues falleció en 1733, pasando la propiedad a su hijo mayor, Alonso Gregorio de Rivas. El Catastro de Ensenada (1755) describió de esta forma la casa solariega: “en la calle de Amaro Martín compuestas de viviendas alta y vaxa, en unas y otras cinco graneros de cavida de cinco mill y quinientas fanegas, una bodega con su viga y una atarasana de cavida de setecientos y veinte arrovas, con ciento y nueve varas de frente y ciento setenta y siete de fondo”. Asimismo, seguía teniendo el molino de aceite (cuya modesta torre se podía admirar desde la calle Antonia Díaz hasta hace unos años) y el almacén de sol que antes referimos. Pero, ciertamente, lo más destacado del edificio era su amplio patio central, con magníficas columnas, su sencilla torre mirador, y, por supuesto, la puerta principal, situada al pie del mirador y flanqueada por dos pilastras dóricas de ladrillo, que sostenían entablamento ornamentado con triglifos y metopas, y sobre éste una cornisa con un balcón central. Justo sobre la puerta de acceso campeaba el escudo de armas de esta familia hidalga. Y parece ser que ese mismo escudo de los Rivas decoraba los clavos y cerrojos de aquella puerta y estaba presente en todos los rincones de la casa.

Los años centrales del siglo XVIII se convirtieron en la época de mayor esplendor del inmueble. Sin embargo, fallecido Alonso Gregorio de Rivas en 1760, la propiedad pasó a su único hijo varón, Tomás Dionisio de Rivas (1723-1799), iniciándose entonces un progresivo declive de la casa hacienda, que se agudizará tras su muerte en 1799. Al no tener descendencia de su matrimonio con María del Rosario Cervantes, estas casas junto al resto de bienes que componían el mayorazgo de los Rivas pasaron a manos de su sobrino carnal Ramón Liberal y Rivas, vecino de la ciudad de Sevilla.
A lo largo del siglo XIX, el edificio perdió su condición de residencia permanente, pues los Liberal prefirieron vivir en la capital hispalense y apenas pasaron temporadas en Dos-Hermanas. En cambio, sí continuó siendo utilizada como hacienda de olivar, hasta que en 1902 la adquirió el rico almacenista Armando de Soto, destinándola a almacén de aceitunas. La decadencia de la vieja hacienda de los Rivas continuará imparable hasta tener el peor de los desenlaces: su destrucción.

De hacienda a ambulatorio…
En 1902, la finca fue adquirida por Armando de Soto, abriendo en ella un almacén de aceitunas. Más tarde, en la década de 1940 pasó a manos del Ayuntamiento quien lo cedió para que allí tuviese su primera sede el Colegio de la Compasión. También se instalaría en él un grupo escolar que llevó el nombre del Papa Pío XII. Como grupo escolar estuvo funcionando varios años hasta que en 1965 fue declarado en ruinas, pasando a ser utilizado como almacén de enseres del consistorio. Siendo alcalde Antonio Muñoz Rivero, en 1971 fue cedido buena parte de la antigua casa hacienda (la que correspondía a la fachada principal y torre mirador) para la construcción de un ambulatorio de la Seguridad Social, inaugurado en 1974. El resto del viejo edificio (incluida la torre de molino) se derribó en 1975, y su solar se destinó a viviendas.

1731. La casa-hacienda de los Rivas

{xtypo_rounded3}Huesos en el patio de la hacienda
Mucho antes de que se produjera la conocida anécdota de la aparición de un esqueleto en esta hacienda, en julio de 1913, el alcalde de Dos-Hermanas escribió al juez municipal lo siguiente: “Tengo el honor de poner en conocimiento de Vsted que practicadas diligencias en averiguación de cuándo y por quién fueron enterrados fragmentos de huesos en el patio del almacén de don Armando Soto en calle Antonia Díaz 15 y que han sido hallados al abrirse unos cimientos para labrar nuevos se ignora quién pudiera ser, así como quienes puedan declarar acerca de dichos hechos”. Pero, ¿qué hacían esos huesos en el patio de la hacienda? ¿Eran huesos humanos o de un animal?, ahí queda la incógnita…{/xtypo_rounded3}

Solar de la familia Rivas
Tres eran los elementos que debían tener los hidalgos que querían conseguir, con el tiempo, un título nobiliario: un mayorazgo, una bóveda o lugar de enterramiento distinguido y una casa solar o solariega (la vivienda donde residía el cabeza de un linaje y su descendencia legítima). Los Rivas consiguieron los tres elementos en pocos años: el mayorazgo en 1703, la bóveda en 1709 y esta casa hacia 1686. Y éste sería el solar de los Rivas desde que la adquirió Francisco Domínguez de Rivas, el ‘patriarca’ de los Rivas, hasta que falleció en 1799 el último miembro varón de este ilustre linaje nazareno, Tomás Dionisio de Rivas, nieto del anterior.
Actualmente, un escudo y un azulejo nos recuerdan que en aquel lugar se levantó durante muchos años el solar de los Rivas. El escudo, de un metro de alto por 75 centímetros de ancho, es una copia en piedra sacada del original conservado por el Ayuntamiento tras el derribo. Desconocemos si aún lo guarda en sus almacenes municipales.

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