En memoria de nuestra compañera Mar García

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¡A por todas, Mar!
Como soy consciente que te disgustaría una prolongada ceremonia de despedida, por tu pudor en pasar siempre desapercibida y ser tan discreta con tu vida, en mi cabeza sólo habita la duda del proyecto que tendrás ahora entre manos, de aquello que estés diseñando en tu febril y siempre inquieta imaginación, por no saber incluso ni estarte quieta bajo una sombrilla de playa haciendo punto… Tu lema ‘A por todas, Mar!
¡Mira cómo te ríes…! ¿acaso exagero un ápice?

El mar, aquel mar que siempre viajó en las alforjas de tu propio nombre, será ahora el mejor huésped de las imborrables huellas que aún dejaste marcadas en la orilla de tu risa, una risa alocada a veces y pueril otras, que siempre soñó con crear y darle forma a unos trazos a los que sólo tú eres capaz de imprimirles vida propia. Vida. Una energía que tú generas por los meandros caprichosos de la memoria, en un mapa de sonidos, en un viaje que retorna al compás de noviembres y eneros, de mayos y diciembres.

Siempre tú, con la pirotecnia de emociones, con las ganas de luchar fuera de tu Andalucía y de ganar esa última apuesta que hiciste con tu padre. Siempre fuego y dulzura, amor y llanto. Jaén y Sevilla. Mar y olivos. Todo rojo, como tu color favorito. Siempre Luna y fugaz estrella del mediodía. Malosa y linda, tímida y valiente…
Yo también elevo mi beso al viento que abrazará sin rimas tu despedida. | Antonio Jesús Jiménez.

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Coincidí poco tiempo con María del Mar, durante su última etapa en el periódico, pero guardo un buen recuerdo de ella y de los momentos compartidos en la redacción de El Llano. Una relación que se ha prolongado en el tiempo gracias a las redes sociales, a través de las cuales compartí mis últimos momentos con ella el pasado mes de diciembre. Me habló de su vida en Madrid y me mostró fotografías de su niño. Guardo un buen sabor de boca de aquella charla en la distancia, no como el que me ha dejado enterarme de su marcha tan pronto y con toda una vida por delante. | Fran Ricardo.

Dulce y gentil, una artista innata con mucha ganas de aprender. Recuerdo, como si fuese ayer, aquellos cierres de publicidad llenos de una creatividad cada vez más madura. Verla trabajar era todo un placer. Llegó siendo una niña y nos dejó para embarcarse en su gran aventura profesional en la gran ciudad. Madrid fue testigo de sus éxitos y el escenario donde forjó su vida. María del Mar, siempre te tendré presente en el pequeño pájaro que Jaime sostiene en sus manos, en aquel precioso cuadro en el que plasmastes con dulzura a un niño de dos añitos. Gracias y hasta siempre, compañera. | Ana Jalón.

Siempre silenciosa, concentrada e intentando domar un verdadero carrusel de creatividad; así recuerdo yo a María del Mar, frente a su ordenador, en Cantely, y en el Llano. Pero también era una persona afable, serena, con ganas de descubrir cosas nuevas, cosas que le inspiraran y seguir así creando canales que le permitieran sacar fuera las inquietudes que tenía en su cabeza. Descanse en paz. | José Antonio García Andrés.

Ha sido un golpe duro. Muy duro. Hablábamos sólo de vez en cuando, pero cada vez que lo hacíamos era como si la última vez hubiese sido ayer.  Tenía talento para repartir y lo demostraba en todo lo que hacía. Su hueco será imposible de rellenar.  | Juan Antonio Hidalgo.

Pequeño Rubén, quiero contarte algo. Sé que echarás en falta el abrazo de tu madre a lo largo de tu vida, sé que añorarás ese cariño que sólo ella pudo brindarte, pero cuando mires al cielo, la estrella más brillante de todas será ella, que cuidará de ti siempre. Y cuando mires al mar con tus ojos claros, la brisa y el murmullo de las olas podrán traerte su voz suave. Porque así era ella, dulce y serena como una noche despejada, y afectuosa y cálida como una tarde de verano en la playa.

Llegamos a la redacción de La Semana ambas muy jovencitas, y trabajamos juntas durante siete años que curtieron una amistad verdadera. Tremendamente reservada y tímida, pude conocer sus aspiraciones, sus sueños, sus heridas y anhelos. Sensible y con una mirada curiosa y muy perspicaz, fuimos compartiendo cafés intercalados con muchas horas de trabajo, cierres interminables y risas entre la edición de una página y otra. Crecimos a la par que el periódico, nos mudamos desde la redacción de Cantely al Llano y llegó un momento en que este mundo nazareno se nos quedaba pequeño. Compartimos otro trabajo en Sevilla, más cafés y confidencias, hasta que ella necesitó volar, cambiar de aires, y labrarse una nueva vida en Madrid.

La chica de pueblo que llegó a la capital ya no era la misma, afrontó sus miedos, dejó atrás sus lastres y quiso valerse por sí misma. Había decidido para entonces que no iba a ser señora de, pese a que cuando amaba, se entregaba hasta tal punto que casi se olvidaba de si misma.

En Madrid pudo desarrollar su amplio talento creativo en varias empresas. Mar plasmaba su arte al óleo, con lápices o con Photoshop siempre con la misma destreza y pasión que ponía en todo cuanto hacía. Daba igual la herramienta que usase, su mirada y su expresión eran genuinas, únicas y especiales. En esa ciudad conoció a tu padre, pequeño Rubén, y fue entonces cuando encontró el verdadero compañero con el que iniciar un camino juntos. Y así, fruto de esa unión, llegaste tú al mundo, pequeño. Eres el mejor legado que ella ha podido dejar, la mejor de sus creaciones. Pero te digo algo más, ella siempre vivirá en los corazones de quienes la quisimos. María del Mar, o Mar a secas como te llamábamos, descansa en paz, amiga. | Montse Sánchez.

Con la tristeza de  una compañera y amiga que ha vivido momentos tan bonitos contigo en el trabajo. Jamás me atendiste mal, me aguantabas mi charlas y mis nervios. Siempre me sonreíste por muy tostón que fuera. Por tu honradez, tu sencillez y saber estar. Que Dios te bendiga y descansa en paz. Un beso para tu familia. Yo te llevaré en mi corazón siempre. | Margari Rubio.

Amiga María del Mar, siempre te recordaré. Qué momentos vivimos en nuestro periódico La Semana por las tardes entre bromas y risas compartidas. Siempre estarás en nuestros corazones, amiga, amiga del alma. Descanse en paz. | José Antonio G. Quintano.

Quería amiga, quiero dejar escrito que en el espacio de mis recuerdos siempre estarás en un lugar muy especial. Tengo muy presentes aquellas tardes que junto a ti descubrí que aparte de una vida materialista, existía una bonita historia para cada cosa. Agradezco al universo haberme cruzado en tu vida para conocer cosas que sin ti jamás hubiera sabido. Eternamente gracias, María del Mar. Sé perfectamente que donde estés enseñarás de buena mano cómo permanecer para siempre en la memoria de las personas. | Francisco Alés.

Eran los últimos  años 90 cuando te trajo a nosotros Evaristo. Llegaste en silencio. Con tu arte y oficio te pusiste al frente del diseño de La Semana, primero en la ‘redacción’ de Cantely, después en El Llano. Siempre en silencio, sin prisa, pero sin pausa, creciste y y nos abriste tu corazón. Tu corazón se abrió como una flor y nos embriagó con sus aromas: el silencio era el fondo del que emanabas, inmensa Mar. Al final de la singladura, tras la tempestad, la mar te recoge en su calma para siempre, querida Mar, nuestra primera ausencia. | José Luis del Moral.

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