Entre Gürtels y Faisanes,
desmanes y navajazos,
tristezas por los mangazos,
torpezas resucitadas,
pestes, pitos, algaradas
y broncas estrafalarias,
políticos y simplones
—entre sones de elecciones—
ya engrasan su maquinaria.
Más si quiere un evidente
síntoma pre-electoral,
—que utiliza cada cual,
cual política berrea—,
es que no existe alcaldable
que no venda al respetable
inaugurar lo que sea.
¡Inaugurar! Qué, no importa:
aeropuerto o estación,
hospital o convención,
ceremonial o avenida,
que el político se adueña
de una foto pedigüeña
en que sembrar su mordida.
Y no se salva ni uno.
Pertrechados de tijeras;
de sonrisas entre ojeras;
de paciencia y fotogenia,
van colmando actualidades
en tiempos electorales
a los que piden la venia.
Señores, si ése es el caso;
si éste es tiempo inaugural,
inaugúrense al hablar
buenas formas, buen talante,
buen lenguaje por sextante
y programas con sentido,
y no este vaivén simplista,
cainita, ruin y ombliguista
que ya nos tiene aburridos…