El pulso acelerado de las cosas
que circundan la vida en las ciudades,
pocas veces permite a autoridades,
ciudadanos, caudales y vecinos,
conseguir avanzar con la cultura
logrando edificar una estructura
que alumbre, en la espesura, sus caminos.
No ocurre con frecuencia, pero, a veces,
un evento nos prende el optimismo;
y logra hacer latir, en sincronismo,
sensaciones de logro y de progreso
como ocurre en La Almona: el estandarte
del saber cómo hacer hogar del arte
sin que prime el pelotazo y el exceso.



























