De todas las absurdas promociones
que mete Don dinero a calzador
y el pícaro sistema vendedor
intenta convertirlo en tradiciones,
me suelen provocar retortijones
aquellas que nos hablan del amor
tratando de vender un mostrador
que exhibe cursiladas por montones.
Los tópicos, los típicos ramitos
de flores con cartita incorporada,
nos visten a febrero en colorín,
y a base de arrumacos y besitos
propuesto en cada oferta y cursilada,
las cajas gritarán ¡San Valentín!
Las cajas gritarán ¡San Valentín!
si es que pueden gritar a estas alturas
de una crisis que ha ahogado en la locura
al comercio español, hoy polvorín
a punto de estallar en un sin fin
de medidas mediocres —sin mesura—
y discursos que atufan a basura,
a simple propaganda y folletín.
Por eso en un rescoldo enamorado,
entre tanto fracaso y estridencia,
me quedo con Cupido —quién mejor—
para ver que el valor está a tu lado
y saques de esta crisis, elocuencia,
cediendo a la querencia del amor.