Estudió —año a año— su carrera.
consiguió realizar su vocación.
Compró un pisito a fuerza de tesón
y turno hospitalario, de manera
que fue haciendo camino la enfermera.
Después su matrimonio, y un montón
de alegrías y escollos siempre al son
de ponerse a este mundo por montera.
Después vino Tomás recién nacido,
el divorcio, el cansancio y el estrés:
sicario de un horario sin sentido.
Sigue así, trabajando sin poder
en tres turnos, a un ritmo enloquecido
que deja ver tres horas al bebé…
A todas las mujeres trabajadoras,
capaces de lograr el milagro del día a día,
y a todos aquellos que se dan cuenta…