Lola Herrera y Juanjo Artero se meten al público en el bolsillo con su melodrama sobre la soledad
Se había creado mucha expectación en la ciudad con la puesta en escena en el teatro municipal el pasado fin de semana de la obra Seis clases de baile en seis semanas. Otra de las apuestas de la compañía Pentación Teatro que logró colgar el cartel de no hay localidades el mismo día que éstas se pusieron a la venta. El gancho o revulsivo que había creado tal respuesta del público nazareno, la presencia en cartel, como protagonistas, de la veterana actriz Lola Herrera y el ya también consagrado actor Juanjo Artero. Y las expectativas se cumplieron.
Seis clases de baile en seis semanas cuenta una historia sobre la soledad, la que sufren dos personajes muy distintos y que se cruzan en un momento determinado sus vidas. Por una parte, Lily, una mujer de tinte conservador, viuda de un predicador Baptista, y que solicita a una empresa los servicios de un bailarín para que la introduzca en el mundo del baile; y por otra, Michael, antiguo bailarín de Broadway, un joven descarado y provocativo, que desde el minuto cero de la función choca en caracteres con su alumna, creando una serie de divertidas situaciones que provocaron el aplauso y las risas espontáneas del público.
Interpretación
Tierna, divertida, comprometida y hasta un poco larga, si me apuran, son algunos de los calificativos que vienen como anillo al dedo a una obra de gran dinamismo, en la que sus personajes dan el salto del drama a la comedia y viceversa con una naturalidad pasmosa. Y para que el público no se vaya del teatro de vacío, la obra va lanzando a lo largo de la función, entre risa y risa, entre aplauso y aplauso, una serie de mensajes concienciadores sobre la soledad, los prejuicios o la intolerancia en el ser humano que no dejaron indiferentes a nadie. Propio de una comedia pero con contenido.
Aunque, sin lugar a dudas, lo que más se recordará será la interprepación de sus actores protagonistas; destacando el trabajo de Juanjo Artero, quien logró meterse al público en el bolsillo desde su aparición en escena. Su interpretación de Michael es una de las grandes sorpresas de la obra, ya que es Juanjo el que insufla el matiz cómico al montaje durante las dos horas de representación. El público, acostumbrado a su papel televisivo de policía en la serie Comisarios, disfrutó con su interpretación de un bailarín homosexual, llevado al extremo de lo caricaturesco.
Por su parte, Lola regaló a los presentes la elegancia y el buen hacer que destila sobre un escenario, con la naturalidad interpretativa propia de una mujer que lleva toda su vida sobre las tablas. Todo un placer para los cinco sentidos.