Más allá de lo etéreo y de lo humano,
del enigma, del miedo, la aventura,
los odios, el amor o la ternura
que un libro siempre posa con su mano;
por encima del bueno y del villano,
del tratado, el poema y su lectura,
el ensayo –mordaz con su cultura–
o ediciones sesgadas de antemano…
Mucho más importante y más honrosa,
en los libros, la esencia más hermosa,
no vive en la razón o la verdad.
Y es que un libro supera a la conciencia,
con vientos que, al leer, nutren la esencia
de aquello que llamamos LIBERTAD.