El caso está provisionalmente archivado al agotarse las líneas de investigación
El pasado día 10 se cumplieron tres años desde que el menor Josué Monge desapareciera de su domicilio en la barriada de Huerta Sola, sin que hasta la fecha su familia tenga noticias de su paradero. Un caso que, aunque judicialmente está provisionalmente archivado, sigue abierto para sus seres queridos, que siguen reclamando a través de su portavoz, María Isabel García, madre del menor, que se siga trabajando para dar con su paradero.
Su madre no descansa en su empeño y hace 15 días, a través de la abogada de Josué, se solicitaron nuevas líneas de investigación, según María Isabel, no atendidas hasta la fecha, y que fue rechazada por la Fiscalía de Menores al estar el caso “provisionalmente archivado”. Según fuentes judiciales consultadas, las líneas de investigación se agotaron en su día y hasta la fecha no se han dado nuevos datos que permitan su reapertura.
María Isabel García asegura estar “descontenta con cómo se ha hecho la investigación”, ya que actualmente “no se está haciando nada”. Las últimas actuaciones llevadas a cabo, según la madre, coincidieron con las labores de búsqueda de Marta del Castillo por el río. Por esa época se recibe la última llamada que aseguraba haber visto al padre de Josué, Antonio Monge, cerca de la frontera francesa, comprobándose que no era él.
Para llamar la atención y que el caso no quede en el olvido, María Isabel sigue acudiendo a los medios de comunicación. “Es triste que me tenga que mover así, pero es la única forma que tengo para que se me escuche”. Lo que tiene claro es que no va a cejar en su empeño, “iré donde tenga que ir”, para saber “lo que pasa con mi hijo y la única opción es llegar hasta el padre”.
Por ello, con la llegada de la temporada estival, María Isabel García volverá a poner carteles con la imagen de su hijo y su padre por los puntos de vacaciones más frecuentados.
Cronología de una desaparición
El día 10 de abril de 2006 la familia de Josué Monge le perdió la vista. Ese día era Lunes Santo y Josúe salió de casa para quedar con unos amigos y ver las procesiones. Nunca más supieron de él. Su padre, Antonio Monge, también se marchaba de su domicilio conyugal trece días después de la desaparición de su hijo.
Desde entonces, se sucedieron las llamadas que aseguraban haberlos vistos en diferentes puntos, sin que la policía pudiera llegar a confirmar estos datos.
La liebre saltó al año de la desaparición cuando María Isabel García, en rueda de prensa multitudinaria, anunció que desde el primer día sospechaba de que el padre tenía que ver con su desaparición, alegando el extraño comportamiento de su marido en esos días y que los amigos del menor le informaron de que Josué había retrasado su quedada porque tenía que trabajar con su padre. Unas declaraciones que separó a la parte materna y paterna de la familia, que no compartía esta versión.