El grupo La Esperanza estrenó el sábado su versión de la obra de Jardiel Poncela
Un patio de butacas prácticamente completo recibió el sábado con entusiasmo el estreno de Un marido de ida y vuelta, la adaptación de Jardiel Poncela que propone el grupo de teatro La Esperanza. Las risas fueron el factor común de la noche; se puede decir que La Esperanza saldó con éxito la deuda que tenía pendiente con el autor madrileño.
La obra comienza con la preparación de una fiesta de disfraces, planteamiento que da pie a situaciones hilarantes que irán encadenándose a lo largo del primer acto. El momento que más carcajadas arrancó entre el público fue la aparición de Pepe, el marido protagonista de la obra, disfrazado de torero y con los andares desgarbados de un marido algo pusilánime. La construcción del personaje pecaba de exceso de indecisión en la declamación del texto, aunque en otros momentos esta forma discontinua de hablar no proporcionaba sino más risas.
De entre todas las interpretaciones destacó el papel de Leticia, la mujer protagonista con una dicción y un tono muy apropiados para el personaje de mujer superficial y más preocupada por su apariencia que por lo que le rodea.
El primer acto, en el que Pepe le hace prometer poco antes de morir a Paco Yepes que no se casará con Leticia, da paso a los momentos más divertidos, con la presencia de actos paranormales que aterran a los criados y no son otra cosa que las pruebas de que el espectro de Pepe ha vuelto para rendirle cuentas a Paco, que no cumplió su palabra.
En un principio sólo se aparece al amigo traidor, con el traje de torero devaído por el paso de los años en el más allá; pero a medida que los demás miembros de la casa se van dando cuenta de los extraños hechos que acontecen alrededor de Paco, decide hacerse visible para todos y quedarse a vivir en la que siempre fue su casa.
A partir de ese momento, la obra se encamina hacia un desenlace inesperado sin perder ni un ápice del humor burgués de mediados del siglo XX que define la obra de Jardiel Poncela.
Los aplausos del público
Los espectadores pasaron un buen rato y así se lo hicieron saber a los actores, que se dejaron saludar a la salida. Los nervios del estreno jugaron en ocasiones alguna mala pasada, pero no lastraron el resultado final, que fue el esperado.
La fuerza del teatro aficionado
El grupo de teatro La Esperanza es uno de los más activos de la ciudad, como demuestran las casi dos décadas que llevan en marcha paseando por los escenarios propuestas cómicas de autores españoles principalmente. Los actores que conforman el grupo son aficionados, pero no se amedrentan a la hora de enfrentarse cara a cara con el público.