Falta sentido común;
es un bien más bien escaso,
que demuestra nuestro atraso
y la absurda dependencia
en leyes y autoridades,
que conducen nuestras vidas
poniendo cercos y bridas
a simples banalidades.
Ya existen normas de todo;
todo tiene su sustento
en la tal o cual reglamento
que resuelve cada opción:
es el caso del montón
de animales peligrosos
–feos, raros y horrorosos–
cada vez más cotidiano,
por muchos justificable
en modas inexplicables
que se nos van de las manos.
Yo sigo viendo perplejo
lo inútil de nuestra era:
con problemas dondequiera,
con hambre y desigualdad,
con tanta necesidad
y error pendiente de un hilo,
hace falta una barrera
que impida que en su bañera
críe usted sus cocodrilos…