Ya viene el año nuevo: nueva vida.
Ya suenan los reclamos interiores
con lemas que contrastan los sabores
por tanta comilona sin medida.
Ya viene el año nuevo: nueva vida.
Repleto de los dimes y diretes
que marcan al político-membrete
y arrancan su simpleza sumergida.
Ya viene el año nuevo: nueva vida.
Me temo que olvidando en poco tiempo
la buena voluntad que en el Adviento
se disfraza en hipócritas misivas.
En este Dos Mil Nueve: te deseo
mejoras sin impuestos ni recortes,
poca crisis, menos fútbol, más deporte,
un tráfico normal —sin mal nacidos—
los tristes botellones, extinguidos,
la oferta cultural, abarrotada,
agrupar pensamientos diferentes,
enmendar cada errata humildemente
y acabar con la crisis: casi nada…