Cada vez sorprende más,
cada vez —la cosa es seria—
más raro es ver una feria
sin tómbola o rebujito,
sin algodón, cacharritos,
juerga, guitarra y jarana
y que proponga la hondura
de la fiel literatura
en lugar de sevillanas.
Pero el caso es que las hay.
No importa que las casetas
no sean muchas, ni coquetas,
sin croquetas ni jamón,
sin estruendo al colofón
con mil fuegos de artificio,
que desprendan en colores
la despedida a las flores
que brotan del digno oficio
que es escribir, relatar,
preñar tinta en poesía,
perfumar filosofía
o contar mil aventuras,
de mano de un gremio aparte
que lleva por estandarte
al arte y a la cultura.
Cita obligada. Con libros,
con el corazón impreso,
dando la razón al beso
que escrito en el verso franco,
sabrá dar sueño y reposo
al que busque el arte honroso
puesto negro sobre blanco…