Muchos te dicen que estas loco. Otros, más “familiarmente”, utilizan otros calificativos. Casi todos les dicen a tus padres que te quiten esa idea de la cabeza. Ninguno se explica cómo ha surgido eso en ti, corriendo los tiempos que corren.
No entienden una felicidad que no tenga como parte importante el tener, el consumir, el disfrutar. No creen posible ninguna plenitud de vida si no hay “sexo satisfactorio”. No descubren más hondura del corazón que la del recibir, la del ser perdonado, la del ser amado.
Pero tú has escuchado tu nombre de labios del Misterio y has quedado marcado a fuego. Has escuchado tu nombre con la voz del Silencio, y ese Silencio es más fuerte que todos los ruidos que te rodean. Has escuchado tu nombre de la Palabra, y ninguna otra experiencia llena, vivifica, satisface, plenifica, abruma, pacifica, enamora tanto.
Has escuchado tu nombre y te has hecho hombre. Has escuchado tu nombre y te has hecho mujer. Sigues teniendo la ilusión, la inmadurez y la adolescencia de tus dieciocho años. Pero una experiencia honda ha hecho brotar un manantial dentro de ti; y por nada del mundo querrías cegarlo. Ya tienes el norte de tu vida.
Vendrán momentos difíciles; vendrán debilidades y complicaciones –ya las vives. Tendrás que decir mil y una noches, al contemplar tu vida desde la Vida: “Yo sé de quién me he fiado”. Los pobres y los ladrones serán tu herencia. Los pecadores, tu fortaleza. La sencillez de unos cuantos, tu plenitud. El bien de todos, el amor de tu vida. Él nos sigue enriqueciendo con su pobreza. No mires atrás, ¡es tan hermoso y abrupto el horizonte que te ha abierto ante tus ojos…!